La alimentación forma parte del desarrollo vital de todo ser humano, la cual es el resultado del conjunto de experiencias de ingesta que van construyendo hábitos alimentarios a lo largo de su vida. Dentro de ese conjunto de alimentos entra a tallar el consumo de agua –ya sea en forma de bebida o a través de las frutas, verduras, hortalizas y carnes (en diferentes proporciones)– que es un componente protagónico por sus múltiples beneficios como, por ejemplo, formar parte de todos los procesos biológicos por los cuales nuestro organismo funciona, desde la digestión de alimentos, el transporte de nutrientes, la conformación de la sangre, el mantenimiento de la temperatura, además de contribuir con la hidratación, constituyendo la base fundamental para la vida y el desarrollo de los distintos grupos etarios.
Al evidenciarse que el consumo de agua posee funciones tan primordiales, es inevitable pensar que debería ser tomado en cuenta de manera más significativa en nuestra ingesta diaria, a comparación de otras bebidas de tipo procesadas como las llamadas gaseosas que pueden ser aceptadas por diversas razones, ya sea por sus características físicas, sus colores llamativos y sus sabores pronunciados.
Sin embargo, a pesar que es de conocimiento que la población peruana tiene diversas preferencias frente a la elección de bebidas cuando de consumo hablamos, debería tomarse en cuenta que dicha elección puede significar no solo la representación de un gusto preestablecido, sino ser el factor determinante hacia la conformación de hábitos inadecuados, los cuales podrían ser socialmente impuestos, pues es de reconocimiento que en eventos de tipo festivos o reuniones de diferente índole, al pensar en consumo de bebidas, las preferencias se orientan hacia las gaseosas antes que al consumo de agua pura.
Quizá por desconocimiento del efecto perjudicial que generan dichos productos en la salud pública. En primera instancia, al ser consumidos de manera continuada desde muy temprana edad, pueden producir diversas alteraciones, como en el caso de las bebidas altas en azúcar, las cuales generan un riesgo vinculado a la prevalencia de obesidad, diabetes tipo 2 y caries dental, que afectan diversos sistemas del organismo, como el sistema digestivo, cardiovascular y óseo.
La promoción de la salud se hace necesaria, siendo una labor multidisciplinaria para el personal de salud y, sobre todo, para el papel del nutricionista que es vital, al ser capaz de evaluar los factores de riesgo con base científica tras analizar el valor nutricional de los alimentos y los procesos en los cuales participa.
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