UCV |
El camino de la formación profesional del abogado lidia con un factor determinante: el tiempo. En un abrir y cerrar de ojos, nuestras iniciales aspiraciones se van convirtiendo en compromisos que guiarán nuestro actuar, pero, sobre todo, se transformarán en dos términos fundamentales en el desarrollo de la labor jurídica: las aptitudes y actitudes.
Aun cuando por fonética estos términos son claramente entendidos a fin de constituirse en los incentivos fundamentales que debe tener quien desee desarrollar la profesión jurídica y dedicar su vida al logro de valores tan necesarios en la solución de los conflictos sociales, el logro de la justicia que nos motiva requiere conocer el significado de estos conceptos fundamentales.
Por actitud, se puede comprender a la disposición mental y emocional de una persona hacia algo o alguien, expresándose a través de los pensamientos, emociones y comportamientos, una intención que orienta el comportamiento determinado. Así, el concepto de actitud en el profesional del derecho conlleva la voluntad de quien se dedica a la carrera con la mayor motivación al conocimiento de una disciplina en constante cambio y reforma, nunca estática, pues el derecho va a la par del propio desarrollo de la sociedad, enfrentando conocimientos clásicos con los actuales, citando, como ejemplo, la labor del profesional del derecho que, en el ámbito de la asesoría empresarial, debe tener predisposición a conocer otras disciplinas como administración, contabilidad o el marketing que orienta la proyección de la imagen de la entidad a la cual asesore en el desarrollo del derecho corporativo.
El profesional que en el ámbito penal asuma el compromiso profesional jurídico, no solo debe dedicarse al estudio de las disciplinas normativas, un derecho de avanzada, sino también necesita conllevar las actitudes al conocimiento de disciplinas como medicina legal, criminalística, criminología, razonamiento y argumentación, garantizando la participación de los profesionales del derecho en el desarrollo de diligencias o audiencias necesarias para resolver conflictos jurídicos.
En el ámbito jurídico, el reconocido tratadista Eduardo Couture promovió el conocimiento de las principales actitudes en el derecho a través de su reconocido “Decálogo del Abogado”. Allí, fijó los compromisos necesarios que debe asumir el profesional del derecho en el ejercicio de sus labores; actitudes como el permanente estudio de un derecho que va evolucionando en contenidos y formas; la actitud reflexiva de quien atiende a su realidad moldea su pensamiento en la búsqueda de soluciones efectivas frente al conflicto y esto lo lleva a trabajar superando la fatiga a fin de lograr situaciones equilibradas o de mayor justicia. La suma de estas actitudes nos conduce a un resultado: amar la profesión del derecho y que nos motive al desarrollo y ejercicio de la carrera jurídica con ética.
En el desarrollo de las aptitudes el profesional del derecho debe esforzarse por la evolución de su capacidad de razonamiento jurídico y argumentación, facultades que le permitan expresarse tanto en los escritos jurídicos como en demandas, en solicitudes o en denuncias, en audiencias o en diligencias, logrando así un posicionamiento efectivo en cada oportunidad en la cual se convoque su presencia.
Por su parte, el concepto aptitud se entiende como la capacidad de una persona para realizar adecuadamente una actividad, función o servicio. Desde el ámbito jurídico un profesional con aptitud será quien, valorando el derecho que guía su accionar, podrá desempeñar su labor desde el ámbito de la ética con eficiencia y eficacia, racionalizando el empleo de sus recursos para el logro de sus objetivos orientados al bienestar de la colectividad. En sí el abogado dirige su accionar a cada persona en el Estado Constitucional de Derecho para que este pueda conocer sus derechos y deberes con certeza. El profesional del derecho se convierte así en un orientador que vive en colectividad, coexistiendo y reconociendo los derechos que lo amparan y las exigencias que debe cumplir para mantener un equilibrio social.
Abogado, desde una visión integral y humana, es entonces el profesional que viene formándose en actitudes y aptitudes que lo conduzcan a tener un compromiso con su labor social, consciente del rol que le toca asumir, afrontando cada reto como la mejor oportunidad para ser un profesional con calidad.
Noticias relacionadas