En el Perú ocurren diversos fenómenos naturales. Algunos de los últimos: “El Niño Costero”, que sucedió en el verano del 2017, o el ciclón Yaku, en marzo del 2023, causaron pérdida de vidas humanas, daños materiales en viviendas e infraestructura pública y privada, como consecuencia de las inundaciones.
Las sequías, incendios, olas de calor o friaje también son fenómenos naturales que afectan a la población, la flora y la fauna. Pero el fenómeno natural que mayores tragedias ha producido es el terremoto, como el sucedido en 1970 en Yungay, donde perdieron la vida más de 70 000 personas, o el de Pisco, en el año 2007, donde hubo 596 fallecidos. Asimismo, los terremotos han generado considerables daños en la infraestructura pública, en especial en las carreteras, dejando incomunicados a centros poblados y generando el desabastecimiento de productos básicos y energéticos.
La carretera marginal de la selva es una red neurálgica que impulsa el desarrollo socioeconómico de una región. Esta vía, impulsada en el Gobierno del presidente Fernando Belaúnde Terry, y que tiene su origen en el acuerdo de integración de la Comunidad Andina firmado en el año 1963, conecta la selva con la sierra y, desde aquí, con la costa. A través de esta carretera se transportan productos alimenticios como el café, cacao, piña, papaya y yuca, además de materiales de construcción como la madera y energéticos como petróleo para la maquinaria de la industria textil, de transporte, calzado, manufactura y un sinfín de servicios; asimismo, promueve el turismo como una importante fuente de ingreso y conocimiento de la biodiversidad del país. La importancia para el funcionamiento de esta vía de comunicación debe estar sujeta a planes que incluyan la gestión de riesgos de desastres, salvaguardando la vida y el patrimonio de la Nación.
Desarrollo socioeconómico a través de la carretera marginal de la selva
Según Diez Canseco (2020), la carretera marginal, inmediatamente después de su puesta en funcionamiento, ha beneficiado a más de 600 mil habitantes, permitiendo la comercialización de maderas de alto valor como el cedro, caoba y tornillo en el mercado. En 1992, la coca representaba el 46 % del valor bruto de la producción agraria regional, cifra que bajó a 7,4 % en el 2006. En ese mismo período, el aporte del narcotráfico al PBI regional pasó de 17 % a 1,9 %. Cultivos alternativos como el café, el cacao y la palma aceitera, pueden comercializarse por esta vía. La ampliación de la frontera agrícola ha permitido el cultivo del café orgánico de alta calidad, especialmente en la zona del valle del Alto Mayo.
Peligros y vulnerabilidades
En agosto de 1964, el Instituto Nacional de Planificación publicó el proyecto “Aspecto Geográficos de la Selva Alta Peruana que será recorrida por la Carretera Marginal Sudamericana”, en el cual se describen características físicas como el clima, relieve e hidrografía, que atraviesa en su desarrollo. El clima es tropical, presentándose dos estaciones bien marcadas: el verano, que empieza en octubre hasta abril, con abundantes precipitaciones, y el invierno, desde mayo a setiembre. El relieve está conformado por valles largos, estrechos y excavados por numerosos ríos. Las pendientes con mayor declive están en las partes altas, formando terrazas aluviales en diferentes pisos según su antigüedad y, en las partes más bajas, se presentan colinas con suave pendiente, cuyo relieve está cubierto por una exuberante vegetación.
Con respecto a la hidrografía, la carretera atraviesa grandes ríos que se originan en las zonas altoandinas. Es un sistema fluvial con afluentes torrentosos y cañones profundos que se denominan pongos. Estas cuencas hidrográficas en constante conformación no solo son afectadas por fenómenos naturales, sino también por la acción antrópica en actividades como la deforestación, excavaciones en actividades extractivas o explanaciones en las expansiones urbanas.
De acuerdo con Alva y Ortiz (2020), en el fenómeno de licuación de suelos se forman pequeños volcanes de barro y arena, debido a la expulsión violenta de agua del suelo, presentándose un intenso agrietamiento y asentamientos diferenciales como consecuencia de la acción sísmica. Este fenómeno se ha producido en Moyobamba en los años 1945, 1968, 1990, 1991, 2005 y 2019. En noviembre del 2021, un sismo de magnitud 7.5 destruyó varios sectores de la carretera marginal entre los kilómetros 263 y 275, en el sector Aserradero, manteniendo el cierre entre las ciudades de Bagua Grande y Pedro Ruiz debido a los derrumbes que provocaron que el agua del río Utcubamba se embalse e inunde la pista.
Los peligros inminentes de fenómenos naturales como los sismos, precipitaciones intensas e inundaciones; la antigüedad de la carretera y el asentamiento de nuevas poblaciones en sus márgenes la hacen vulnerable, aumentando el riesgo de colapso de esta importante vía de comunicación.
La gestión del riesgo de desastres
El Sistema Nacional de Gestión del Riesgo de Desastres (Sinagred), creado mediante Ley N.º 29664 en el 2011, tiene como objetivo identificar y reducir los riesgos asociados a peligros, mediante la gestión del riesgo de desastres. Este se basa en la investigación científica y el registro de informaciones, orientando en políticas y acciones a los tres niveles de Gobierno, a fin de proteger la vida y el patrimonio de las personas y el Estado.
En el contexto internacional, existen diversas organizaciones y políticas enfocadas en la reducción del riesgo de desastres que brindan asistencia científica y económica. En nuestro país, el Centro Nacional de Estimación, Prevención y Reducción del Riesgo de Desastres (Cenepred) dicta los lineamientos en los distintos sectores para la evaluación de riesgo de desastres en proyectos de inversión pública elaborados por los gobiernos locales, regionales, ministerios y otros organismos públicos y privados. Asimismo, el Cenepred simula escenarios de riesgos para proyectar la posibilidad de ocurrencia de fenómenos naturales y su impacto. En el aspecto reactivo, es decir, después de sucedido un evento o desastre, el Instituto Nacional de Defensa Civil (Indeci) es la entidad encargada de la mitigación de los impactos en la población e infraestructura y la rehabilitación de los servicios públicos básicos. Corresponde al Cenepred el proceso de reconstrucción en el marco de proyectos de inversión.
El ingeniero civil tiene un rol trascendental en brindar asistencia técnica en los procesos de la gestión de riesgo de desastres, a través de la elaboración de proyectos que contemplen medidas que prevengan o reduzcan los riesgos o, en su defecto, la reconstrucción de la infraestructura, tomando en consideración los eventos ocurridos a fin de que el presupuesto público se invierta apropiadamente.
El tipo de suelo, relieve, condiciones pluviométricas, cobertura vegetal, pendiente y la hidrografía, son factores que determinan el peligro potencial en la carretera marginal. La antigüedad de la carretera, las condiciones de las viviendas de los centros poblados que conecta y los niveles socioeconómicos de la población, además de la infraestructura pública aledaña, permiten estimar el nivel de vulnerabilidad existente en la zona y, por ende, el riesgo e impacto que se puede producir.
Recalcando la importancia que tiene esta vía terrestre en el desarrollo de la Amazonía peruana, es necesario elaborar proyectos alternativos para la continuidad del servicio de comunicación ante la ocurrencia de desastres. Estos deben tener un enfoque científico y contar con la información correcta, tomando en cuenta aspectos como Hidrografía, Geotecnia, Geología, Geografía, Meteorología, entre otras disciplinas, que permitan elaborar planes estratégicos para una adecuada toma de decisiones por parte de las autoridades.