Pensar, sentir y actuar son aspectos clave para que el ser humano viva en plenitud y alcance un equilibrio entre sus prioridades de vida, sin afectar ni dejar de sentir una de ellas. Es así que, la salud mental es una variable prioritaria para las personas y los miembros de una comunidad, sobre todo, a partir del inicio de la pandemia y el gran impacto psicológico que tuvo a nivel mundial.
Si bien es cierto, como consecuencia, se evidenciaron diversos cambios en la forma de vida y de convivencia en general, sin embargo, el efecto sobre la salud mental fue mayor. La experiencia de la pandemia trajo consigo vulnerabilidad, temor, indecisión, hipervigilancia, entre otras características relacionadas a los cuadros ansiosos.
Ante lo mencionado, se evidencia la necesidad de actuar en relación con la salud mental, pues es indiscutible y urgente velar por el bienestar en general y, como se conoce, el bienestar mental es un hecho fundamental en el desenvolvimiento de las habilidades personales, sociales y profesionales; a fin de contribuir en la mejora de la sociedad.
En respuesta a lo planteado líneas arriba, se busca que la salud mental no sea celebrada solo un día, sino que se fomente la convivencia saludable, positiva y equilibrada. Sin embargo, no es novedad que en el Perú se encuentren desatendidos los casos de salud mental y, a su vez, no cuenten con el número de profesionales para atender a la población con necesidad. A ello se suma la escasa conciencia sobre las consecuencias de los problemas asociados a la salud mental. Por tanto, es nuestra labor fomentar el bienestar físico y mental de manera constante y oportuna, sensibilizando y promocionando la importancia del bienestar humano y el desarrollo de una vida saludable, resiliente y equilibrada.
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