La economía se encarga de asignar eficientemente los recursos escasos para satisfacer las necesidades y deseos de la sociedad. Esto implica decisiones sobre qué bienes y servicios producir, cómo producirlos y para quién.
En el Perú, si bien la economía se recuperó rápidamente de la pandemia, esta reveló debilidades estructurales como la alta informalidad y marcadas disparidades regionales en el acceso a servicios públicos. Recientemente, el crecimiento se ha desacelerado y la inflación sigue siendo alta, aunque está disminuyendo.
En una conferencia de prensa, el presidente del Banco Central de Reserva del Perú (BCRP), Julio Velarde, mantuvo la proyección de crecimiento económico del país en 3 % para este 2024.
De acuerdo al informe Situación Perú, presentado por BBVA Research, la economía peruana rebotará este año con un crecimiento que alcanzará el 2,7 %, es decir, siete décimas de punto porcentual por encima de la proyección anterior realizada a principios de diciembre de 2023. En 2025, con el fenómeno de El Niño disipado y con tasas de interés en niveles bajos, el crecimiento de la economía peruana alcanzará el 2,9 %.
La estabilidad macroeconómica, la apertura comercial y un entorno internacional favorable permitieron que el Perú haya logrado avances notables en crecimiento económico y reducción de la pobreza en las dos décadas anteriores a la pandemia del COVID-19. Estas características también permitieron al país convertirse en una economía de ingreso mediano alto, con un aumento del ingreso per cápita de US$ 2040 en 2002 a US$ 7126 en 2022. Su sólido historial de políticas macroeconómicas prudentes y sus indicadores macroeconómicos actuales reflejan una deuda pública baja, amplias reservas internacionales y un banco central creíble. Su sistema financiero está bien capitalizado y en buena posición para soportar crisis de liquidez.
Sin embargo, el país sigue afrontando amenazas significativas para alcanzar mayor desarrollo y prosperidad: el impacto del cambio climático, las desigualdades persistentes y su estructura económica dependiente de sus recursos naturales. Además, las limitaciones estructurales no abordadas limitan la creación de empleos formales, la diversificación económica y el ritmo de reducción de la pobreza y la desigualdad.
Una mejor calidad de los servicios públicos, una gobernanza más sólida, un entorno empresarial propicio y estabilidad política serán fundamentales para un crecimiento mayor e inclusivo que promueva la reducción de la pobreza y la desigualdad.
En detalle, durante los primeros seis meses del 2023, el aumento de las exportaciones de Quellaveco, que explica más del 10 % de la producción nacional de cobre, impulsó el crecimiento. Asimismo, el mercado laboral mostró signos de recuperación: el empleo en empresas con más de 50 trabajadores aumentó 4 % y también se registró un ligero aumento en los salarios reales promedio.
En el mismo periodo (enero – junio 2023), el PIB se contrajo un 0.5 % debido a la incertidumbre política, el malestar social y la ocurrencia de desastres. Condiciones financieras más estrictas también colaboraron con la depresión del gasto privado y el país mostró una recuperación más lenta de lo esperada. Eventos climáticos y la conflictividad en el país impidieron la ejecución de la inversión pública, y sectores clave como la agricultura, la pesca y el turismo presentaron una recuperación rezagada.
En agosto de ese mismo año, los ingresos gubernamentales anualizados eran 1.8 puntos porcentuales del PIB, inferiores a los de 2022; principalmente debido a una menor recaudación de impuestos a la renta empresarial e IGV. Además, el déficit público anualizado aumentó al 2.6 % del PIB, es decir, 0.2 puntos porcentuales por encima de la meta fiscal modificada para 2023. Tanto la deuda pública (34 % del PIB) como los diferenciales de riesgo soberano siguen entre los más bajos de la región.
De diciembre 2022 a agosto 2023, la inflación disminuyó del 8.5 al 5.6 %, pero aún se encuentra por encima del rango objetivo que es del 1 al 3 %. Excluyendo los precios más volátiles de los alimentos y la energía, la inflación se situó en el 3.8 % y las expectativas inflacionarias cayeron al 3.4 %.
En consecuencia, toca mantener una política de mayor participación financiera de parte de los grandes, medianos y pequeños empresarios, a cambio de que los órganos gubernamentales peruanos brinden mayor estabilidad jurídica; de tal forma que la recuperación y el margen de utilidades razonables de toda inversión esté garantizada y, por ende, se logre superar el 3 % del crecimiento económico sostenible y sustentable en la mejora de la calidad de vida de los peruanos.