Referenciar a la biodiversidad forestal que posee el Perú es describir a 2500 especies de árboles. La población arbórea supera los 2500 individuos por hectárea. Cabe recordar que el Perú se ubica entre los 20 países con mayor extensión en el mundo y que alberga una cuarta parte de las selvas tropicales que tiene el planeta Tierra.
El norte peruano se caracteriza por sus bosques secos, ubicados cerca de la línea ecuatorial, los cuales abarcan un espacio de 3 235, 012 hectáreas. El Ministerio del Ambiente (2017) indica que el 67 % pertenecen a la región Piura, el 19 % a Lambayeque y el 14 % a Tumbes. En estos bosques nacen y crecen especies como Proposis pallida (algarrobo), Bursera graveolens (palo santo), Schinus molle (molle), Capparis scabrida (sapote) y Acacia macracantha (el faique).
El Proposis pallida, o también llamado algarrobo, es una de las especies emblemáticas del Perú, cuya particularidad asombrosa se basa en su crecimiento en zonas desérticas y estériles, ayudando a mantener una combinación de vegetación húmeda que contribuye a la regulación de temperatura para las poblaciones aledañas. Esta especie arbórea fue muy importante para el sustento económico de la cultura Moche, pues era utilizada para construcciones de viviendas y también era parte de la dieta alimentaria (algarrobina). Sin embargo, a pesar de su valor natural y cultural, en las últimas décadas ha sido partícipe de uno de los delitos forestales más recurrentes de nuestro país: la tala ilegal. En Piura se talan ilegalmente 17 mil hectáreas por año y la reforestación no llega a los mil por hectárea (SERFOR, 2023).
El algarrobo es convertido en carbón y es muy utilizado por restaurantes, pollerías, entre otras empresas que necesitan de este elemento de conversión para la producción de sus negocios. Otro factor de la tala ilegal es la ampliación de campos agrícolas o lotización de empresas mobiliarias. La significancia de la tala está justificada bajo un punto de comercialización para un sustento económico de comunidades que tienen a esta especie como parte de su medio natural. Si bien es cierto, el algarrobo es una especie arbórea renovable, su crecimiento toma un periodo de tiempo de 5 años para iniciar con la cosecha de la algarroba, y de 10 a 15 años para la utilización de la madera. Esto genera un intervalo de tiempo en vacío que impacta en el medio ambiente, debido a que el algarrobo es un árbol caracterizado por regularizar la temperatura en zonas desérticas.
Asimismo, un impacto negativo se refleja en la economía, debido que la producción de algarrobina es el único sustento de ciertas comunidades que comercializan este producto a nivel regional y nacional; de igual manera, la exportación a destinos extranjeros como New Jersey (Estados Unidos). Otro de los impactos negativos se refleja en la cadena alimenticia (ganado vacuno) y en la utilización de la algarroba para la obtención de derivados de alcohol, azúcar, jarabes y gomas que son comercializadas en la industria alimentaria, farmacéutica, química y textil.
Lo único claro de este problema es el cambio, aquel que dependerá de las acciones del gobierno local, provincial, regional y nacional, para hallar acciones que busquen el equilibrio entre el uso correcto y el aprovechamiento de este recurso natural para que la economía de las comunidades no se vea afectada en el presente y en el futuro.