La inteligencia artificial (IA) está referida al modo de simular las capacidades de inteligencia del cerebro humano (Badaró, Ibañez, Agüero, 2013). También se asume que la IA es parte de las Ciencias de la Computación que se ocupa del diseño de sistemas inteligentes, es decir, sistemas que exhiben características que asociamos con la inteligencia en las conductas humanas.
La inteligencia artificial, como parte de la mejora en la educación, se espera que permita reducir las brechas educativas (ODS 4). La IA está permitiendo desarrollar soluciones para mejorar la comprensión lectora y las matemáticas, así como el aprendizaje de nuevos idiomas. La IA facilita la elaboración de evaluaciones más personalizadas.
En tal sentido, esta herramienta permite personalizar la educación y se adapta para satisfacer las necesidades individuales de los estudiantes y maestros (Unesco). Además, no solo facilita, sino que redefine la forma como se está desarrollando el proceso de enseñanza-aprendizaje.
La IA facilita la docencia automatizando la parte administrativa, estimula el aprendizaje individual y grupal, permite el monitoreo a los estudiantes en tiempo real, promueve la inclusión y la igualdad y ayuda a reducir la tasa de deserción, pues facilita la retroalimentación y proporciona intervenciones tempranas.
La IA no solo se limita a la informática y la robótica; en la actualidad, ofrece sus potencialidades a las ciencias empresariales utilizando una gran cantidad de data para implementar sistemas de mayor complejidad y más elaborados (Miailhe y Lannquist, 2018).
Es crucial que los educadores, administradores y legisladores estén bien informados sobre el uso de la IA y que se comprometan a utilizarla de manera ética y responsable. Este instrumento tiene el potencial de mejorar la educación, pero solo si la utilizamos con cuidado y consideración por los derechos y necesidades de los estudiantes. Las tecnologías avanzan de manera acelerada. Usándola de manera ética y responsable, la IA permitirá que le saquemos el mayor provecho.
La inteligencia artificial facilita el incremento de la calidad, sin embargo, estamos en un país en vías de desarrollo donde las familias con carencias de tecnologías podrían tener mayor dificultad en el proceso de aprendizaje. En estos casos, se requiere del apoyo de las autoridades del Gobierno.
Hay muchas aplicaciones de IA para la educación en el desarrollo, incluida la tutoría para estudiantes, la creación de contenido inteligente y los nuevos métodos de desarrollo personal para educadores a través de conferencias virtuales globales. Además, las aplicaciones basadas en inteligencia artificial pueden analizar una gran cantidad de información, ofreciendo a los usuarios materiales de aprendizaje cada vez más personalizados.
Para finalizar, diríamos que recién nos estamos iniciando en el uso de la IA. Al 2030, llegaremos con un manejo de información con ingentes cantidades de datos para el uso de la sociedad educativa, lo que permitirá el desarrollo de este sector tan importante.