Los datos de índole financiera consolidados por el FMI y el BM muestran a América Latina como la región de menor crecimiento en el mundo (exceptuando la zona euro). Ello es una alerta y una tarea pendiente que debe ser analizada desde una perspectiva individual por cada integrante de esta región geográfica, la misma que lleva a establecer nuevas políticas a aplicarse en los siguientes años, con miras al 2030.
El crecimiento esperado del PBI prevé 3.1 % para el año 2024; 2.7 % y 2.6 % para los años 2025 y 2026, respectivamente. Estas cifras demuestran un crecimiento insuficiente frente a los datos mostrados por las regiones de mayor crecimiento y en desarrollo, como Asia Emergente, con 5.4 %, 5.2 % y 4.8 % en el mismo periodo. Hay mucho por hacer. Persisten diferentes desafíos como corregir los desequilibrios fiscales, recuperar el poder adquisitivo de las monedas, iniciar la senda de reducción de pobreza, dejar de lado políticas económicas fallidas y mejorar la competitividad tanto gubernamental como corporativa.
América Latina urge nuevas medidas correctivas y prospectivas a fin de mejorar sus indicadores. Por ello, es prudente y necesario generar espacios de negociación conjunta, armonización entre sus miembros, principalmente, los relacionados con la operatividad aduanera, interrelación de las cámaras de comercio y, en conjunto, los mercados bursátiles. Con ello es posible mejorar y crecer. Estas bases permitirán mirar el desarrollo como la siguiente meta, para la cual se debe dar valor agregado a varios productos físicos y financieros, insumos y materias primas que precisamente esta región dispone.
En el caso de nuestro país, el FMI estima el 3 % para el año 2024 -recientemente el presidente del BCPR emitió la proyección de 3 %, confirmando dicha posición- y con un valor esperado de 2.6 % para el 2025; sin embargo, en años venideros se deberá competir firmemente para mejorar lo proyectado. Por ejemplo, poner énfasis en el comercio internacional y la política comercial.
Una adecuada política de competencia con énfasis en el comercio exterior, control de fuentes de financiamiento y su costo, diseño de mecanismos y mejor dinamismo económico, pueden encaminarnos hacia el logro de mejores indicadores macroeconómicos, que permitan verse reflejados en el crecimiento. La competencia abarca transversalmente todas las áreas, siendo las más importantes; las relacionadas con la política monetaria y política económica, que teniendo buenos cimientos impactará en el comercio, la producción, el consumo, la inversión y, por ende, la mejora del PBI. En este escenario, cada país latinoamericano tendrá mejores perspectivas dentro de la ardua competencia del mundo globalizado.
Logrando un mejor crecimiento, se presentará un escenario ideal para diseñar nuevas perspectivas, pero es importante precisar que cada país latinoamericano proponga y ejecute acciones, establezca y logre objetivos a corto plazo, que permitan un panorama con condiciones para competir al mismo nivel de otras regiones del mundo, lo que allanará el ansiado camino de desarrollo de América Latina.