Las exigencias del entorno en un mundo globalizado y altamente competitivo hacen que las personas se vean obligadas a dar cada vez más de sí mismos, de su esfuerzo y dedicación, lo cual trae como consecuencia tensión y estrés, que, si no se saben manejar, terminan afectando nuestra vida personal, familiar y relacional.
En la actualidad, los universitarios tienen que lidiar con múltiples actividades académicas, retos y expectativas que en muchos de los casos suelen ser muy altos y los rebasan; además, tienen que convivir con la influencia de la tecnología y las redes sociales. Por consiguiente, los estudiantes experimentan niveles altos de estrés y como consecuencia alteran su quehacer cotidiano. La Organización Mundial de la Salud (OMS, 2023) define al estrés como el estado de preocupación o tensión mental generado por una situación difícil.
Los estudiantes experimentan cierto grado de estrés, que en pocas cantidades resulta beneficioso y motivador, pero cuando supera los niveles mínimos termina afectando su bienestar integral y, por ende, su desenvolvimiento académico.
Sin embargo, el estrés es un conjunto de síntomas y signos físicos y psicológicos que se van incrementando al punto de producirse lo que se conoce como burnout académico. La psicóloga estadounidense Christina Maslach lo define como “un trastorno prolongado, caracterizado por el agotamiento que afecta la capacidad y motivación relacionada con el estudio, provocando un bajo rendimiento académico, afectando física y mentalmente otros aspectos de la vida”.
El burnout académico está asociado al estado emocional y a cómo la persona responde frente a la presión de actividades implementadas que, muchas veces, al no cumplirlas, generan sensaciones de culpa e inestabilidad emocional.
A continuación, se brindan algunas recomendaciones para disminuir los niveles de estrés y agotamiento:
- Reconoce tus límites en fuerza y capacidad; no lo puedes hacer todo.
- Es importante saber decir no, pues no puedes ni debes complacer a todo el mundo todo el tiempo.
- Desarrolla y prioriza actividades que consideras que contribuyen a los objetivos de vida que quieres alcanzar.
- Distribuye el tiempo empezando por las actividades que aseguren tu bienestar: descanso, alimentación, ejercicio, estudios, trabajo y familia.
- Ten cuidado con los distractores que roban tu tiempo y pueden distorsionar tu percepción de la realidad.
- Organiza tu tiempo estableciendo horarios y periodos definidos para cada actividad.
Noticias relacionadas