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Caminos de fe… ¡Por mi Cautivito!

Por: Universidad César Vallejo
Noviembre 18 de 2023
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Ayabaca es una localidad de la serranía piurana que se destaca por su fervor religioso y singular devoción hacia el Señor Cautivo, reuniendo a miles de fieles y peregrinos a lo largo de los años y convirtiendo este lugar en uno de los principales destinos de fe en el país. Su peregrinación y festividad religiosa fue declarada Patrimonio Cultural de la Nación, bajo Resolución Viceministerial N.° 063-2013-VMPCIC-MC, como parte de nuestra diversidad cultural. En relación a la historia de su aparición, fuentes locales afirman que la imagen fue esculpida por dos visitantes misteriosos, quienes usaron un tronco de cedro que brotó sangre cuando un lugareño lo cortó. Otra versión apunta a una aparición milagrosa de la imagen, la cual fue mandada a tallar por la Virgen del Pilar para que el ícono del Señor Cautivo sea su compañero. Esta imagen muestra una expresión de sufrimiento y desolación, representando el momento en que Jesús fue abandonado por sus discípulos. Viste una túnica morada con pedrería, bordados dorados y una corona de espinas de la que salen tres haces que aluden a la luz divina. Es común ver en los meses de setiembre y octubre filas interminables de peregrinos de diferentes partes del país e incluso del extranjero, que se desplazan a orillas de la carretera Panamericana Norte, cargando una gran cruz de madera, otros ejecutando instrumentos musicales y cantando alabanzas para atenuar el cansancio de la caminata. Esta peregrinación es una práctica ancestral que consiste en realizar una travesía sin importar el abrasante sol, escalando la escarpada y agreste cordillera donde decenas de miles de peregrinos recorren a pie cientos de kilómetros sin importar el hambre, frío o calor. Extasiados de un fervor religioso que anestesia todo tipo de dolor y sufrimiento, los últimos metros para llegar al templo lo hacen de rodillas o con el pecho al suelo, algunos se apoyan en las palmas o puños, y otros, con todo el cuerpo al piso impulsándose con las fuerzas que aún les quedan, pero que son renovadas por la fe. Esta experiencia fortalece la fe ofreciendo una conexión profunda con lo divino y sigue siendo una forma significativa de búsqueda espiritual, donde se expresa la devoción y se agradece los milagros recibidos. Cada año, Ayabaca se llena de fervor y pasión religiosa, siendo responsabilidad de todos preservar y revalorar esta expresión colectiva de fe como referente de identidad y por su máximo nivel de adhesión de devotos que fortalecen las relaciones sociales como manifestación religiosa de la región.
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