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Covid-19: Origen, evolución y la nueva forma de vida humana

Por: Universidad César Vallejo
Febrero 22 de 2023
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China, uno de los países más poblados del mundo, con alrededor de mil cuatrocientos veinticinco millones de habitantes (al 2023), propagó al mundo, hace ya tres años, la pandemia COVID-19. Esta nación, ubicada en Asia Oriental y cuya capital es Pekín, es gobernada por Xi Jinping, que tiene un régimen de gobierno socialista, unipartidista por tener al partido comunista como único soporte político; es administrada con una economía de mercado y se divide en 22 provincias agrupadas en cinco regiones autónomas sobre una superficie de 9 596 960 km², área que la ubica como la tercera en el mundo, después de Rusia y Canadá. Una de las 22 provincias de China es Hubei, con aproximaciones a 60 millones de personas, asentada sobre una superficie de 185 900 km², en el centro de su país, sin mar o litoral y su capital provincial es Wuhan. Se trata de un lugar de buenas universidades y destino turístico para cruceros sobre el rio Yangtsé que alberga a la enorme presa de agua de las Tres Gargantas. Esta ciudad es actualmente muy conocida en el mundo por ser allí donde surgió la enfermedad del coronavirus, comunicada al mundo el 31 de diciembre del año 2019 y que se conoce como COVID-19; la urbe tiene una población de 11 millones y medio de habitantes, la que se divide en 13 distritos, sobre una superficie de 8,494 km², donde se desarrolla una importante actividad comercial y de servicios, posee dos ríos navegables, el Yangtsé y Han, este último con nombre basado en su etnia principal. Cuenta con universidades importantes, una de ellas la de Ciencia y Tecnología de Huazhong, que alberga a más de 20 mil estudiantes de posgrado, parte de los cuales han llegado de Europa y América. Se mencionan varias teorías del origen de la enfermedad; la primera manifiesta que el coronavirus se originó en un mercado de Wuhan, donde se venden animales exóticos como el murciélago, animal muy típico en trasladar enfermedades hacia los humanos, la cual ha sido desvirtuada por científicos chinos abocados a investigaciones en el campo de la salud. Otra teoría manifiesta que se creó en el centro de prevención y control de enfermedades de la ciudad, en un laboratorio que se encarga de estudios de microorganismos peligrosos. Una tercera teoría indica que el COVID-19 proviene de laboratorios de máxima seguridad ubicados cerca de un mercado de mariscos en esa ciudad, dedicados a la investigación de patógenos, y que surgió o por accidente o por creación analítica. Finalmente, un grupo de 27 científicos especializados en salud pública han negado estas teorías y no concuerdan con su difusión por carecer de valoración y pruebas de naturaleza científica. Respecto de la enfermedad, investigaciones realizadas anteriormente han demostrado que la mayoría de los coronavirus patógenos en humanos, incluidos el SARS-CoV y el MERS-CoV, tienen virus genéticamente similares en los murciélagos. Esta especie crea una reserva de virus que puede extenderse cuando y donde surja la oportunidad, la mayoría de las veces a un huésped animal intermediario y luego a los humanos. Teorías van y otras vienen; lo cierto es que el 11 de febrero del 2020, la Organización Mundial de Salud (OMS) informó el nombre de la enfermedad que comenzó a propagarse al mundo desde Wuhan, desconcertando a los expertos en salubridad. "Tenemos un nombre para la enfermedad: es covid-19", dijo el director de la organización, Tedros Adhanom. De acuerdo a la explicación de la OMS, el nuevo nombre se tomó de las palabras "corona", "virus" y “disease” (enfermedad en inglés), mientras que el número 19 representa el año en que surgió, es decir, el 31 de diciembre de 2019, con 41 casos de neumonía. Al virus, el Comité Internacional de Taxonomía de Virus (ICTV, por sus siglas en inglés) lo llamó SARS-CoV-2, un miembro de la familia de otros virus que fueron detectados mucho antes, los SARS-CoV, dejando en claro que este era un virus totalmente nuevo, el cual fue incluido dentro de la categoría taxonómica de los Coronaviridae, CoV, o Coronavirus, llamado así por las extensiones que lleva encima de su núcleo que se asemejan a la corona solar. Una de sus principales características es que causan afecciones respiratorias (como el síndrome respiratorio agudo grave, SARS por sus siglas en inglés). Si bien a inicios de la segunda quincena de marzo del año 2020 en China hubo una tranquilidad transitoria, la enfermedad se empezó a propagar gradualmente entre enero y febrero de ese año; en ese mes, se declara como pandemia, en razón de extenderse en más de dos continentes, para marzo en cerca de 150 países. Por el contagio de viajeros, algunos lo llaman el virus del turista, de los “pitucos”, mientras otros lo denominan popularmente Virus del segmento A y B de la sociedad o virus importado. Al margen de ello, el contagio es muy rápido, y requiere de aislamiento social para contener su avance; algunos países cerraron sus fronteras, establecieron toque de queda, inmovilizaron a su población y aplicaron medidas restrictivas por aire, mar y tierra, lo que revolucionó la forma de vivir. El “cierra puertas” fue casi mundial y los centros de salud colapsaron por falta de infraestructura, por cantidad de médicos, enfermeras y personal afines. Respecto al nuevo estilo de vida, al inicio el confinamiento en las casas fue total, solo una persona por hogar podía salir a realizar las compras en bodegas y supermercados para la alimentación familiar; al interior de ellas; los hijos, padres y allegados realizaban actividades diversas: ver televisión, escuchar música, jugar partidas de póker, ludo, ajedrez, lecturas y artes de todo tipo. El uso de mascarillas, el evitar el saludo mano a mano (ahí surgió el puñito), evitando los abrazos y besitos como saludos, el cual ya había sido arraigado en el modus vivendi. También, al inicio de la pandemia, se evitaba el ingresar a la casa con zapatos, después de regresar de la ciudad; además, se empezó a usar alcohol y una buena desinfección en manos y ropas con abundante agua y jabón. En cuanto a la alimentación, el uso de kion en las sopas y otros alimentos, así como la cebolla, el ajo y otras verduras, frutas y legumbres que ayuden a neutralizar la propagación y el contagio. Algunos medicamentos como la Ivermectina se hicieron virales y controversiales, los balones de oxígeno quintuplicaron su precio, amén de los remedios caseros y la consulta a brujos y hechiceros de cada región. Por el lado del empleo y del trabajo en general, se empezó con la suspensión de labores y solo se autorizaba la movilidad de emergencia; en algunas zonas con restricciones militares e inmovilización total por algunas horas, las cadenas logísticas trabajaban por turnos y la movilidad turística se canceló. En cuanto a la nueva jornada laboral, el incremento intensivo del trabajo remoto, especialmente para el sector educación en todos sus niveles; también se eliminaron los bailes y viajes de promoción y demás ágapes sociales; el Home Office, empezó a ser fortalecido; las empresas recibieron apoyo económico del Estado, con financiamiento y leyes laborales flexibles. El trabajo a medio turno, la eliminación de vacaciones en algunos sectores empresariales, la disminución del salario o sueldo fue negociado entre la patronal y los sindicatos y trabajadores directos. Las actividades deportivas, culturales, recreativas, etc. fueron canceladas; los niños y jóvenes sufrieron dos años sin conexión física con sus pares y su situación psicomotriz y sociabilidad ha sido traumática e hizo recordar, en cierta forma, al Black Out de New York City en julio de 1977, para el caso de los adultos. Todo ello trajo una caída tremenda en la economía peruana, su producto interno bruto (PIB) fue de menos 10 % en el año 2020 y, por efecto rebote, se recuperó el 2021 de ese desplome. Finalmente, el registro de víctimas para el caso peruano no es preciso, algunos hablan de 220 mil fallecimientos y otras estadísticas y afirmaciones casi duplican la cifra, al hacer un registro muy minucioso. En el mundo, la data llega a cerca de 6 millones y medio de muertes por esta pandemia, la cual ha venido reduciéndose gracias a las vacunas generadas, a la inmunidad social, al cuidado preventivo y al conocimiento de las variantes por parte de expertos y personal dedicados al cuidado de la salud.
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