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Dejemos que vivan su etapa: ¡no al matrimonio infantil!

Por: Universidad César Vallejo
Noviembre 15 de 2023
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La adolescencia es una etapa de cambios, nuevas vivencias, sentimientos y de experimentar emociones que se pueden ir intensificando de acuerdo a lo vivido, donde el menor no solo explora cosas buenas, sino también acontecimientos que pueden resultarle perturbadores. Tal era el caso de los llamados “matrimonios infantiles”, que consistían en someter en una unión nupcial a menores cuyas edades oscilaban entre 14 y 16 años. Ello afectaba su integridad personal, alejándolos de pertenecer a un ambiente familiar consolidado y armonioso. Asimismo, el derecho a la educación era interrumpido, teniendo que dedicarse a las labores del hogar. Del mismo modo, el derecho a la atención integral de salud era vulnerado junto con el derecho a la igualdad. Otra de las problemáticas que se desataba a través de este tema es que los menores debían iniciar una vida en pareja, trayendo como consecuencia limitaciones en el desarrollo integral, puesto que estamos hablando de un acontecimiento forzoso, ya que no necesariamente la menor elegía a su pareja. Por otro lado, cabe recalcar que uno de los causantes para que exista un matrimonio forzado recae en el hecho de pertenecer a un contexto de pobreza y desigualdad, lo cual podía generar abandono escolar, tocamientos y ultrajo sexual, que podían terminar en un embarazo no deseado. Resulta necesario velar por el derecho de los ciudadanos, mucho más si hablamos de un menor de edad; sin embargo, al verse envueltos en un matrimonio infantil, los menores abandonan los estudios para dedicarse a asumir el rol de ama o cabeza de casa. Es importante que los menores vivan sus etapas plenamente, dándoles la oportunidad de experimentar vivencias nuevas junto a su entorno, lo cual no aleja al padre de familia de protegerlo del peligro que pueda acecharlos. Así también conocer sus necesidades y lo que les hace sentir cómodos, no asumiendo por ellos, sino más bien permitiéndoles expresarse. La protección no solo implica un cuidado económico, en cuanto a la alimentación o vestido, sino que incluye un cuidado integral: preocuparse por su bienestar físico, mental, emocional, social, familiar y sexual. Estos factores son los que ayudarán a conocer mejor aquello por lo que pueda estar atravesando el menor, además de despejar sus dudas e inquietudes. Finalmente, con el cambio de ley donde solo se aprueba un matrimonio a partir de los 18 años, los menores tienen más posibilidades de vivir una vida plena, siempre y cuando la familia, la sociedad y el entorno educativo actúen como un factor de protección.
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