Trabajé en varias empresas y han sido pocas en las que me he sentido parte de una familia. He logrado llevarme bien y trabajar bien con todos mis colegas, he logrado los objetivos siempre y he pasado de una empresa a otra con buenas referencias. Mi padre siempre usa una frase que, de tanto repetirla, ya parece que fuese de él: "No te vayas de donde no te botan". Le hice poco caso, pues como dije: nunca dejé un trabajo si es que no tenía a dónde ir. He colaborado para construir un ambiente de trabajo basado en la confianza, pero difícilmente me he sentido en familia. Esto puede ser debido a que mi experiencia laboral, en su mayoría, ha sido en corporaciones o empresas muy grandes como bancos y financieras.
La ventaja de trabajar en este tipo de empresas es que al ser muy grandes aprendes mucho de procesos y metodología de trabajo, desarrollas habilidades relaciones a la operatividad del negocio, relacionadas a los procedimientos, manuales y reglamentos, envío de correos, manejo de reuniones, toma de decisiones basadas en abundante información y políticas, riesgos y consecuencias. Eso no es malo, es muy bueno, pero alguien alguna vez me dijo: "Mientras más grande es la empresa, hay más burocracia".
Lo bueno de todo esto es que aprendes de los mejores. Hay mucha meritocracia y colaboradores antiguos que pasaron por mucho para estar donde están. La desventaja, nunca conoces al dueño, la misión y la visión las encuentras impresas en un papel o enmarcadas en un cuadro de la pared más grande. No las sientes directo del que las creó. Lo más probable es que se haya pagado miles de soles a una consultora para crear su misión y visión.
En cambio, esto sí lo encuentras al trabajar para una pequeña empresa, para un emprendedor y su PYME, pues aprendes directo de la fuente. El dueño está ahí, la puerta de su oficina siempre está abierta, quizá no haya puerta o no haya oficina, pero conoces de primera fuente el propósito, el por qué y te puedes identificar más rápido e incluso te sientes parte del negocio desde el arranque, sientes la empresa como tuya, te reconoces dentro de algo más grande que tú y te motiva, te gusta, te hace feliz.
Ese es el dilema de muchos egresados de nuestras universidades, en particular de los egresados de Contabilidad. Escribo este artículo en la región San Martín que hoy en día cuenta con 3 universidades: la Universidad César Vallejo, la UPeU y la Universidad Nacional de San Martín, de cuyas aulas salen un aproximado de 300 contadores por año. Esto es una oportunidad y un desafío.
La pregunta que nos hacemos es: ¿a dónde irán a parar tantos contadores? Nuestra región no tiene industrias desarrolladas y las actividades principales son el agro y el turismo. Además, la población en el Perú de grandes empresas y corporaciones es de 3 % y las PYMEs conforman el 97 %, cuya recaudación tributaria no sobrepasa el 20 % del total y que, además, tiene índices de informalidad que casi llegan al 70 %. No es un escenario muy alentador.
No todos los egresados van a poder aplicar al 3% de grandes empresas, a su staff de profesionales en puestos de jefatura o áreas sensibles como contabilidad, administración y finanzas. La mayoría quizá se ubique entre la parte comercial y operativa. Ingresar a estas empresas es muy difícil por la alta competitividad y los requisitos de especialización. Es aquí que invoco a los estudiantes a ocuparse para estar en el tercio superior, mantener capacitación constante y lograr resultados que los diferencie del resto. Los que no logren aplicar a este reducido y exigente porcentaje trabajaran en una PYME o tendrán su propia PYME.
La UCV tiene dentro de su misión y visión formar emprendedores. Es bueno aprovechar el momento y despertar la chispa del negocio propio y los emprendimientos; sin embargo, eso no quiere decir que todos deben emprender. Los emprendedores y empresarios también necesitamos buenos empleados y, si te pagan bien, te tratan bien y te gusta lo que haces, no veo la necesidad de que emprendas. Lo que importa es que lo que hagas te haga feliz y forme parte de tu proyecto de vida que, dicho sea de paso, forma parte de la filosofía de emprendimiento de la UCV: ser emprendedor de tu propio proyecto de vida.
Y es por eso que a los profesionales y gente que busca un empleo, un trabajo dependiente, un puesto laboral o una oportunidad, deben tomárselo personal, es decir, hoy más que siempre la frase "Entrar por la puerta grande y salir por la misma" está siendo reutilizada y deben crearse una marca y una reputación. Eso no significa que no exijan sus derechos en caso de maltrato laboral, incumplimientos o despidos arbitrarios, pues están en todo su derecho de reclamar. De igual modo, cuando la empresa los contrata, valora, apoya, protege y cumple, se debe entender que la confianza genera confianza.
No obstante, la nueva generación sufre de una escasez de valores como la puntualidad, la honestidad y la lealtad. Muchos valores hoy han dejado de serlo y pasaron a ser una decisión. Si quieres diferenciarte y ser bueno y poder escoger donde trabajar y ser buscado por las mejores empresas “Rodéate siempre de gente con principios, lealtad y que le guste su trabajo”. Solo así aprenderás mucho de ellos. Recuerda que el éxito no es cuánto dinero ganes, el éxito es un estilo de vida. “El éxito es la consecución de los objetivos que te propones. No hay mejores metas ni mejores estilos de vida, solo las metas y los estilos que tú eliges”, señala Alfonso Alcántara.
Si vas a emprender o vas a trabajar para alguien más, lo que importa es que te haga feliz, que te motive y que te invite a ser cada día mejor. Tu motivación no puede estar condicionada. La felicidad no es el objetivo, es la consecuencia, es el resultado. No es obligatorio emprender. Que nadie te haga sentir mal por trabajar para alguien más, es tu proyecto de vida lo que te define, lo que te hace libre.