Robert Kiyosaki afirmó una vez que "los problemas de dinero no se solucionan con dinero, sino con educación financiera". Desde mi perspectiva como contador público he constatado en múltiples ocasiones la veracidad de esta afirmación. Tristemente he presenciado a empleados que cuentan los días para recibir su próximo sueldo debido a la presión de sus deudas, así como a emprendedores que, por falta de conocimiento, apenas logran mantener a flote su negocio en los primeros años, para luego enfrentar el inminente fracaso. El denominador común en estas situaciones es, sin duda, la ausencia de educación financiera, que abarca aspectos cruciales como contabilidad y tributación, habilidades que son fundamentales para cualquier ciudadano, independientemente de su profesión u oficio.
En este contexto, la aprobación de la Ley 31900, la cual declara de interés nacional la incorporación en el currículo nacional de la educación básica de contenidos curriculares de estudios sobre educación financiera y tributaria, contabilidad, economía y derechos del consumidor, es recibida con entusiasmo, porque se siente como un intento genuino de querer solucionar los problemas desde su raíz; en este caso, desde la educación. Aunque aún aguardamos los detalles sobre la implementación de esta normativa, suponemos que, en el proceso, el diálogo con los profesionales especialistas de las materias impartidas será una prioridad porque solo de ese modo se logrará un impacto real en el comportamiento futuro de los estudiantes.
La educación financiera no es solo una inversión en el futuro de los individuos, sino en el futuro próspero del Perú. Es el cimiento sobre el cual se erige una sociedad económicamente fuerte y sustentable. Al dotar a nuestros ciudadanos jóvenes con el conocimiento necesario para tomar decisiones financieras informadas, estamos forjando una nación más resiliente y preparada para enfrentar los desafíos económicos venideros.
Noticias relacionadas