La mejora continua en la industria ha venido marcada por los errores que a lo largo de la cadena de suministros se subsanaban una vez pasado el peligro. En realidad, estos errores se mitigaban primero, para luego corregirlos y estandarizarlos en nuevos procesos de producción más seguros. Es así que a lo largo de la historia hemos pasado de una industria correctiva-reactiva, a una industria preventiva y finalmente a una corporación predictiva.
El internet de las cosas (IoT, por sus siglas en inglés), junto a la Inteligencia Artificial (IA), tiene la capacidad de ver más allá de lo evidente. Allí, donde existen riesgos que no son visibles para el espectro humano, aparece la tecnología para monitorear, en modo de alerta temprana y en tiempo real, todas las contingencias que impactan en la cadena productiva de valor.
Pero la labor no se queda en solo informar el problema, sino que también se anticipa a preparar los mecanismos de defensa para neutralizar la amenaza y/o riesgo antes de que se convierta en un peligro real. En este contexto, con el IoT somos capaces de rastrear y trazar, desde la medición de la salud humana hasta la autorregulación térmica constante de la cadena de frío en un alimento refrigerado durante todo el proceso de exportación, pues el IoT se encarga de recoger datos a través de sensores autónomos para calcular la mejor toma de decisiones en base a costos, probabilidades y tiempos. Así, las empresas reducen la tasa de ensayo-error y mejoran el acierto-logro en sus acciones. En suma, esto genera más competitividad con más ciencia e innovación.
Sin embargo, así como en el sector industrial optimiza los resultados en la cadena logística de producción, en la sociedad –para el ser humano– es un arma de doble filo, pues, cada vez más, el individuo delega sus problemas generales de vida a la IA. Se reduce sustancialmente la capacidad del ser humano de ser crítico para tomar decisiones autónomas; en tanto, cuando está ante un problema, no es capaz de resolver circunstancias de manera eficiente. Si para las empresas potencia fortalezas, para el ser humano debilita competencias.
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