Cada vez que conocemos cómo dilapidamos nuestras riquezas nacionales, bien sea por usar de manera ineficiente los recursos naturales, realizar inversiones improductivas o por la corrupción, entre otros, recordamos la frase atribuida –mas no corroborada– al sabio Antonio Raimondi: “El Perú es un mendigo sentado en un banco de oro”, que hace referencia al uso indebido de los recursos de nuestro país.
¿Realmente somos mendigos sentados en un banco de oro? La respuesta es no, porque los recursos no solo son recursos naturales, y la realidad nos demuestra que con el conocimiento y el avance tecnológico de la sociedad en que vivimos actualmente, los recursos naturales no son indispensables para el desarrollo de los países. Así lo evidencia Singapur, Corea del Sur o Suiza, es decir, existen otros recursos que lo determinan.
Nuestros recursos naturales o “banco de oro” son: la minería, que es atacada con protestas y amenazada con estatizaciones; el petróleo, que el gobierno de turno subasta o premia a sus partidarios con cargos en su administración. Con esos ingresos invertimos en una salud deficiente, como lo demostró el coronavirus y ahora el dengue; y en el sector educación. Además de no invertir óptimamente, se fomenta un sistema universitario sin supervisión y nombramientos automáticos de docentes en colegios públicos.
El BCRP nos muestra que el sector de minería e hidrocarburos creció entre mayo del 2022 y abril del 2023 en 17.4%. Estima en -2.5% la inversión privada para este año, y esto se condice con las proyecciones para el crecimiento económico que empezó este 2023 con 2.9%, disminuyó para marzo a 2.6% debido a las protestas ocurridas durante el primer trimestre; y ahora con los problemas climáticos y las expectativas de nuevas protestas nos llevaron a disminuir la posibilidad de crecimiento en junio a 2.2%.
Este aparente contrasentido, de un crecimiento en el sector y, a su vez, de una disminución en la inversión del mismo, se explica simplemente porque la inversión privada solo está “recuperando su dinero”, pero por las expectativas que tiene del país, no invierte más. Es evidente que debemos superar la inestabilidad política para aumentar la inversión, pero es igual de claro que no debemos depender solo de los recursos naturales.
Es un error creer que los recursos naturales nos garantizan el desarrollo económico. La realidad nos demuestra que los países han conseguido su crecimiento y posterior desarrollo económico basados en incrementar la inversión privada. Pero somos un país de mendigos dirigido por poderes que buscan perpetuarse para obtener beneficios particulares. Y para ello sus políticas necesitan quitarnos el verdadero “banco de oro”: nuestra educación.