Todo poblador moyobambino y, aquel que ha venido desde otros lugares del país en busca de una mejor oportunidad de vida, conoce de la existencia de quebradas y manantiales que alimentan, aunque cada vez menos, la ciudad y sus alrededores.
En los últimos veinte años, hemos sido testigos de cómo van desapareciendo algunos manantiales. Los pocos que quedan están siendo contaminados irresponsablemente, sin que las autoridades y el pueblo puedan hacer lo necesario para evitarlo.
Si quisiéramos citar entre los principales manantiales aún existentes, tenemos, por ejemplo, el manantial de Shango, alimentado por las pequeñas vertientes del subsuelo que aún quedan dentro de la ciudad de Moyobamba. Este manantial, en su recorrido por la periferia de la ciudad, va aumentando su caudal y, a su paso por el sector Azunge, toma el nombre de quebrada de Azunge, la misma que más abajo se unirá con la quebrada de Indañe. Como es de conocimiento público, la quebrada de Indañe sirve para alimentar los canales de riego de los campos de cultivo ubicados en sus orillas y su preservación es de suma importancia.
Desde el punto de vista humano, estos pequeños caudales están siendo contaminados con falta de sensibilidad. Cuando se transita por la alcantarilla ubicada en la intersección de la avenida Ignacia Velásquez con la calle que va hacia el Centro Penitenciario de Moyobamba, se puede percibir un olor nauseabundo producido por las aguas servidas que son arrojadas sobre el manantial de Shango.
Antaño, estas aguas se veían cristalinas; sin embargo, en el presente, se ven oscuras y densas. Más abajo, por el sector el Tornillo, se puede ver y percibir lo mismo en la quebrada de Indañe: aguas densas, oscuras, con fuertes olores putrefactos y diversos sólidos que son arrojados y se descomponen entre sus caudales. En su recorrido, esta quebrada se fusiona con otros caudales mayores, los mismos que finalmente desembocan en el río Mayo, produciendo sin duda una mayor contaminación ambiental.
Ante este alarmante panorama, es imprescindible que tanto las autoridades locales como la población tomen conciencia de la gravedad del problema y actúen de manera conjunta y decidida para revertir esta situación. Es necesario implementar políticas de gestión ambiental que promuevan la limpieza y conservación de los manantiales y quebradas, así como sancionar severamente a quienes contaminen estos recursos vitales.