Gracias a “Encanto” de Disney, este famoso estribillo ha retumbado durante las últimas semanas en todas las redes sociales y plataformas musicales. Sin embargo, es el trasfondo de dicha película lo que debería llamar nuestra atención, buscando formar en nosotros una opinión respecto a la dinámica familiar dentro de la familia Madrigal y, tal vez, dentro de nuestra propia familia.
Son tantas las cosas sobre las que no se habla, ya sea por vergüenza al qué dirán o por miedo a que otros nos consideren débiles o superfluos; sin embargo, muchas veces estas “cosas no dichas” esconden vacíos del alma, el anhelo de llegar al final del camino, alcanzar las expectativas familiares e, incluso a veces, el darse cuenta de que no estamos en el lugar que desearíamos estar, es en verdad frustrante.
Además de todo esto, el vivir en un mundo en el que las redes sociales nos empujan a ser perfectos, mostrarnos siempre felices o ser los más populares nos hace perder conexión con la realidad pues nos empujan a cumplir parámetros inalcanzables que están mucho más cercanos a la frivolidad y la fantasía que a la verdadera felicidad que dicen reflejar.
Como bien señala la película arriba mencionada, muchas veces aquello que nos separa nos llama a unirnos con mucha más fuerza. Si bien pueden existir rencillas o asuntos sin resolver dentro de cada familia, es este núcleo el que recarga nuestras energías cuando nos sentimos agotados. Es con el abrazo de nuestros padres que aprendimos a ser la mano que sostiene, el abrazo cálido que soporta el peso del mundo, una sonrisa que nos daba todo cuando sabíamos que no teníamos nada. Sí, el verdadero amor está en nuestra familia, no en los “likes”, “me gusta”, “corazones” o “llamitas” de las redes sociales. Es dentro de nuestra familia donde podemos ser nosotros mismos y alcanzar nuestra vocación, buscando llevar alegría donde no la haya.
Que el verdadero amor nos acompañe y nos lleve a compartirlo donde se necesite. Donde sucesos como la pérdida de Cheslie Kryst nos haga entender que todo agobio y pesar que carguemos no debe ser llevado en silencio pues, en casa, tenemos a gente orgullosísima de lo que somos y lo que hacemos.
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