Si hablamos de gobernanza y gobernabilidad turística, estamos frente a dos conceptos relevantes en la gestión del turismo. Esto se refiere a la forma en que se gestiona y se formulan las políticas públicas en turismo en los tres niveles de gobierno y a la atención de las demandas sociales del sector.
La gobernanza es la estructura ideal de un estado eficiente en el que deben interactuar actores públicos y privados en el proceso de elaboración, toma de decisiones e implementación de las políticas públicas. Esto incluye al gobierno nacional, regional y local, operadores turísticos, organizaciones sin fines de lucro y otras partes interesadas involucradas en la gestión del turismo.
Por otro lado, la gobernabilidad es la capacidad de atender en forma oportuna y eficiente las demandas ciudadanas, evitando riesgos de crisis que puedan afectar la estabilidad del sistema democrático.
Frente a ello, podemos decir que la gobernanza contribuye significativamente en la gobernabilidad, por lo que a continuación planteamos algunas consideraciones a tener en cuenta:
Para una gestión eficaz, orientada a incrementar la demanda turística de la región, se debe identificar la demanda en función a los mercados meta e implementar mecanismos de promoción y comercialización de las diferentes zonas de desarrollo turístico.
En relación a la oferta, es relevante actualizar las fichas de inventarios, desarrollo de nuevos destinos y productos innovadores, fomentar la inversión privada para mejorar los atractivos, fomentar la formación de profesionales altamente calificados, reducir la informalidad de los prestadores de servicio turístico, fiscalizar el servicio que brindan, capacitar constantemente (atención al cliente), entre otros.
Para fomentar y fortalecer la gobernanza y la gobernabilidad pública en el sector turismo, la sociedad civil debe monitorear el presupuesto asignado al sector, participar en la formulación e implementación de planes de desarrollo turístico local (PDTL) articulado al plan estratégico regional de turismo (Pertur), planes de gestión de destinos, fomentar la cultura turística, mitigar los impactos ambientales, fiscalizar a los prestadores de servicio turístico, proteger al turista y simplificar los procesos administrativos para el registro de prestadores del servicio. En conclusión, estos dos conceptos son esenciales para lograr un turismo sostenible que beneficie a las comunidades locales, el medio ambiente y la economía del país.
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