El turismo es una actividad cambiante y por ello necesitamos innovar constantemente en todos los aspectos. Hay una competencia virtual exhaustiva entre marcas, productos y servicios, todos buscan captar, vender o llamar la atención de alguna manera. Esta misma competencia hace que las empresas cambien y mejoren sus estrategias de promoción.
Podemos innovar en todo, ya que el sistema turístico debe ponerse a prueba e impactar. Para ello, también debemos trabajar en investigación. La pandemia nos ha enseñado a valorar lo que tenemos y a salir de nuestra zona de confort. Tenemos un sinfín de espacios donde podemos innovar y hacer que la gente se movilice haciendo turismo interno.
Hay varios ejemplos, desde Cuzco hasta Tarapoto. En la región San Martín hay tanto por mostrar o inventar para impactar a ese público que está a la expectativa de lugares nuevos por conocer e ir a tomarse una foto bonita. Luego esa foto será compartida en las redes sociales y probablemente los que la vean se sientan motivados a hacer lo mismo.
Hace muchos años me sorprendió la forma en que se ve el turismo en Cuzco. Allí utilizan las historias y las adaptan a las nuevas tecnologías para venderte algo y llevarte el mejor recuerdo de esa majestuosa ciudad imperial. Ahora tienen hasta ovnis y marcianos hechos en monumentos para que la gente se tome una foto. Tienen cápsulas en los cerros para pernoctar, globos aerostáticos para conocer las maravillas desde el aire y hasta los niños allí ya se visten de chasquis para motivar el turismo. Lo que quiero decir es que no necesitamos crear algo nuevo, sino adaptarlo a nuestras realidades.
Ahora en Tarapoto han surgido una serie de cosas que motivan el viaje. Se han creado manos en las rutas turísticas más conocidas, han realizado personajes del cine como Groot y los han cimentado en medio de ríos que ahora simulan cascadas. Han edificado una puerta en el cerro y lo han llamado “la puerta hacia el paraíso”. En La Libertad han dado valor a los huacos retratos, han mejorado parques y jardines con monumentos de nuestra historia. En Cajamarca han puesto alas de colores para una buena fotografía y han puesto una escalera ‘que te lleva al cielo’. Por último, en Tarapoto un grupo de jóvenes profesionales en turismo ha realizado billetes de los sitios turísticos con códigos QR que generan descuentos y han propuesto hasta un pasaporte para promover el turismo interno como lo hacen en Arequipa bajo otra temática.
Tenemos que innovar en cómo llamar la atención de los visitantes locales, nacionales y extranjeros. Hay que innovar en marketing y publicidad, en la forma de atender, gastronomía, buses de servicio turístico, servicio de guiado, avión, vallas publicitarias, vestuarios, artesanías y souvenirs, plazas, parques, playas, desiertos, cerros y bosques e, incluso, hay que innovar en la gestión pública del turismo. Por eso, recordemos lo que nos decía Albert Einstein con su frase: “No pretendamos que las cosas cambien si siempre hacemos lo mismo” o “si buscas resultados distintos no hagas siempre lo mismo”.
El turismo es así: hay tantas cosas por hacer o crear, pero también necesita gente que piense diferente y haga las cosas diferente. Gente que salga de ese cuadrante para comenzar a hacer cosas verdaderamente nuevas porque en Perú hay muchas cosas por disfrutar y vivir.
Para eso necesitamos también gente apasionada: gente que critique y plantee soluciones, que se comprometa con su patria, que haga las cosas diferente; es decir, gente que emocione e inspire. El turismo debe tener ese componente de renovación que todos necesitamos para poder avanzar a pasos acelerados.
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