Supongamos por un momento que podemos realizar viajes en el tiempo y así llevar a la Dama de Cao, quien vivió en el año 400 d.C., hasta el año 1532 d.C., en la época de Atahualpa. Ella podría entender sin mayores contratiempos su entorno más de 1100 años después, pero al traerla a la actualidad sería muy grande su sorpresa. ¿Qué ocurrió durante los últimos 500 años que podrían causarle tal asombro?
Hasta fines del siglo XV, los gobernantes daban dinero a sacerdotes o filósofos con la finalidad de que pudieran influir en el comportamiento de sus súbditos para así legitimar su poder y mantener el orden establecido. Pero no necesariamente buscaban descubrir nuevas medicinas, inventar nuevas formas de transporte o formular teorías económicas que lograran crecimiento en sus reinos.
Es a partir del siglo XVI que se da inicio a la revolución científica, que cambia drásticamente la visión tradicional para darnos las bases de la ciencia moderna. Esto no significa que el hombre no haya investigado; el hombre investiga por naturaleza. Pero desde este tiempo cree que invertir en investigación científica le brindará nuevos poderes para aplicarlos en su beneficio.
Al unir ciencia, política y economía, se sentaron las bases para la revolución científica. Antes se necesitaba de tradiciones o religiones para obtener conocimiento, pero al colonizar nuevas tierras los imperios nacientes requieren ahora estudios en economía para obtener ventajas en el comercio internacional o geografía para mejorar sus mapas cartográficos en busca de mejores rutas, entre otras ciencias.
El inicio de la revolución científica ocurre durante el Renacimiento y logra cimas trascendentes durante la primera y segunda revolución industrial, encumbrando a imperios. Ya durante el siglo XX los países continúan invirtiendo en investigación para obtener la supremacía. Es así que Rusia y Estados Unidos compiten en la carrera espacial en un trasfondo económico, político e ideológico.
En la actualidad, la ciencia avanza de forma vertiginosa e imparable. Por eso, tienen gran trascendencia la ideología, la política y la economía, ya que ello determina las áreas científicas que tendrán mayor desarrollo y, por lo tanto, más financiamiento. Pero aún más importante es el uso que tendrán estos inventos y descubrimientos en la sociedad. Esperemos que tengan un sustento ético.
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