En la actualidad, la tradición de realizar la procesión del Señor de los Milagros ha traído consigo transformaciones que han ido adaptándose desde los inicios de la pandemia. Pero, ¿qué hay detrás de ello? Nuestra fe realmente sigue moviendo montañas y por ello, según el INEI, en el Perú existen más de mil festividades religiosas que congregan masas gracias a la peregrinación en una comunidad católica.
Las fiestas religiosas, en su naturaleza de generar desplazamiento de forma individual o grupal, generan una motivación grande para dinamizar la economía desde las comunidades rurales hasta los más grandes destinos turísticos en nuestro país.
Además, el turismo religioso es un movimiento típico en nuestra comunidad que trae consigo el disfrute de la comida típica, la música nativa, la vestimenta oriunda. Estas tradiciones y costumbres todavía perduran en algunas comunidades tal y como se han aprendido de los ancestros.
He aquí la reflexión: ¿realmente todas las tradiciones y costumbres se siguen contando y desarrollando desde un origen? Dichas costumbres están dejando de ser documentadas, por eso es importante que –a través de los centros de educación inicial, primaria y secundaria– exista un programa de sensibilización sobre nuestro patrimonio cultural. Ahora, no solo el centro educativo puede ser el actor estratégico, sino también cada uno de los organismos que estén en la sociedad pueden ser protagonistas de difusión.
Entonces, ¿podemos decir que realmente la fe mueve montañas? Sí, aprendamos a ser esa parte del cambio que genera cuidado y valor nativo para que nuestro legado sea protagonista de la valorización del turismo religioso.
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