Estamos viviendo la crisis o el cambio climático. Las noticias constantemente anuncian sobre las actividades climáticas como un quiebre de la condición del planeta. Entre estos cambios podemos apreciar el incremento de la temperatura, inundaciones, deshielo, lluvias constantes en algunos sitios, sequías en otras, fenómenos naturales que no se presentaban antes en esa magnitud.
Las empresas están comenzando a repensar sobre la variable ambiental dentro de sus planes estratégicos. Según el Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología del Perú (Senamhi, 2023) en su informe técnico N° 06-2023/SENAMHI-DMA-SPC, es más probable que las precipitaciones se presenten, en promedio, por debajo de lo normal en la sierra y selva del país, mientras que, en la costa norte, se esperan condiciones sobre lo normal asociadas a la concurrencia de lluvias localizadas.
Para Martínez (2022), el desarrollo es una serie de elementos que incluye la transformación de la economía y de diversas organizaciones que están en la sociedad, lo que causa que se obtenga un desarrollo humano más eficiente y que los individuos posean mayores capacidades y habilidades para su crecimiento. Entonces, las empresas deben ligar sus objetivos al desarrollo económico (ODS), teniendo en cuenta el bienestar en la salud mental y física de la sociedad.
Ante estos escenarios, las empresas deben repensar sobre el desarrollo económico sostenible desde el impacto medioambiental (emisiones, uso del agua, biodiversidad), el impacto social (personas, inclusión, relaciones comunitarias, inversión social, sindicatos) y el impacto de gobernanza (ética, respeto a las normas, principios, valores, transparencia, prácticas corporativas, interno a los social). Las empresas tienen la necesidad de comprender la necesidad de mejorar su procesos, compromisos y comunicación con sus clientes internos, externos, los grupos de interés y la sociedad.
Las organizaciones que replanteen sus planes teniendo en cuenta estos tres impactos tendrán mayores beneficios tanto en la salud empresarial, el desarrollo económico sostenible y el cuidado del medio ambiente (tan descuidado en los últimos años).
Los encargados del sector público tienen retos importantes, por ende, deben mejorar sus planes y acciones que vayan en la búsqueda del cierre de las brechas sociales, entre ellas, la discriminación, la salud mental y física, el agua y la energía limpia, el recojo de residuos sólidos, la violencia familiar como social, el trabajo digno y sustentable, etc. Si bien es cierto que existe un plan de productividad y sostenibilidad nacional, este debe ser trabajado articuladamente con las regiones para el beneficio de todos.
En conclusión, se requiere empresas que se desarrollen teniendo en cuenta el impacto ambiental, el impacto social y el impacto de gobernanza; sino nuestro desarrollo económico sostenible será corto y será una simple perorata para convencer al pueblo, pero que su efecto no será el requerido por una sociedad que cada vez está más enferma en lo social, ambiental y gubernamental.
Cuidar la empresa no depende de otros, es por ello que todo empresario debe conocer el impacto que puede generar en el tiempo.
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