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Descubriendo la mentira

Por: Universidad César Vallejo
enero 20, 2023
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La importancia de aprehender o comprender un fenómeno, como es la mentira, radica no solo en acudir como único conocimiento a las propias experiencias o experiencias de otros, sino requiere conocimiento teórico, elaborar interrogantes, investigar, tener tacto, precisión, responsabilidad y, sobre todo, no dejarse llevar por los prejuicios. Es decir, implica un aprendizaje cognitivo de todo lo necesario y relacionado a las mentiras, como también del conocimiento interno (de sí mismo), de las habilidades que se posean y de las que se deben potenciar. Ello llevará a que pueda generarse una mejor aprehensión y detección de las mentiras. Entonces, aquí existen dos tipos de desenvolvimiento, si se puede decir así, los cuales radican en el que detecta mentiras y el que las realiza; claramente, tendrán una interacción necesaria. Por ello, dentro del conocimiento previo, destaca el estudio de la misma persona, en relación en la que esta se encuentra con las mentiras; pues, se ve este aspecto interno (experiencias, pensamientos, emociones y sentimientos) y el aspecto externo (microexpresiones, manipuladores, ilustradores, emblemas y la expresión del contenido del mensaje); en consecuencia, es obtener información relevante y saber captar las señales que den indicios o pistas, para no caer en interpretaciones previas ni tampoco encasillar a las personas como si fueran simples máquinas, no se debe caer en extremos, ni ser absolutistas ni relativistas. Se plantea un primer aspecto, si se requiere un estudio de este fenómeno no se debe partir por asumir que la mentira sea mala o buena, o mientes en todo o no mientes en nada, es decir, no ponerlo en dos polos extremos; esto llevaría a mancharla con prejuicios e interpretaciones de un mentiroso y de la propia mentira. En este sentido, Sartre (1954) hace referencia a todo fenómeno que se nos aparece, lo cual para el que la percibe existe; sin embargo, no se puede reducir lo existente a una serie finita de manifestaciones. Ya dentro de ámbitos profesionales, existen campos de acción, donde detectar mentiras es fundamental para evitar fraudes o delitos en general, y así también, en otros ámbitos, son utilizadas para resguardar la salud emocional y física (mentiras altruistas), así como las que son autorizadas. En ese sentido, Ekman (2005) menciona que no somos transparentes como los bebés ni perfectamente disfrazables. Podemos mentir o ser veraces, discernir la mentira o no notarla, ser engañados o conocer la verdad. Podemos optar: esa es nuestra naturaleza. Por ello, en relación también se toma en cuenta la motivación que todo estudio responsable debe tener, así como darle un valor agregado a solo saber por saber; y en efecto, curiosamente, Paul Ekman se adentra a este mundo de las mentiras, sin querer hacerlo inicialmente, pues él se centró en identificar tanto las expresiones del propio rostro y los ademanes que tendría la posibilidad de ayudar a diagnosticar algún tipo de trastorno mental y su gravedad, ello por su misma necesidad de generar un conocimiento mucho más profundo y necesario, al tratar con pacientes que pudieran tener algún riesgo e incluso comprender mejor al momento de entrevistar, siendo él un psicólogo. En complemento, está la otra motivación que tiene el que miente, recordando que no hay que encasillar, es cierto que se encuentran similitudes en comportamiento y emociones presentes que van desde la presencia de una emoción o sentimiento (miedo, vergüenza y culpa) así como obtener una recompensa (conveniencia) y los que se deleitan al hacerlo (placer). Es ahí donde se plantea un siguiente aspecto, el del ámbito social, que claramente va a influir en la persona, en su comportamiento y en su forma de pensar; parte de ello se encuentra la deseabilidad social, esta necesidad de pertenencia a un grupo, el cual lleva a una búsqueda de aprobación y aceptación por parte de un grupo humano. Se relaciona con las mentiras, más precisamente cuando un grupo humano tiene valores (respeto, honestidad, solidaridad, etc.) o antivalores (egoísmo, irresponsabilidad, deshonestidad, etc.), y este deseo de pertenencia hace que se acepten comportamientos en relación con ellos; es decir, si mi grupo humano miente de manera cotidiana perjudicialmente, por ende, yo actuaré de la misma forma, dejando de lado mis propias decisiones. En este punto es importante integrar una reflexión que parte de la misma existencia del ser humano; es decir, donde uno puede preguntarse y hacerse responsable de cómo las mentiras están o se encuentran en esta vivencia individual. Aceptar e integrar la mentira como un modo de vida sabemos que trae consecuencias perjudiciales, como las estafas o delitos, infidelidades, actos de violencia, corrupción, etc. Cuando la mentira abarca más que un recurso para ciertos contextos, falsifica tu propia identidad, es ahí cuando se convierte en un problema mayor, tanto personal como social. Es dejarse caer o perder en un grupo humano que no te permite vivir de manera auténtica, esto implica que uno puede desarrollarse como considere lo mejor posible sin atentar contra otro con valores que le permitan hacerlo; el análisis o ejemplificaciones en estos contextos ayudan a comprender la visión del ser humano, y cómo es que deciden vivir. En conclusión, las mentiras están presentes en la vida como matices, se camuflan y se mueven, cada quien tiene la decisión de optar por ellas al ser recursivas en un determinado contexto (generan un beneficio); sin embargo, las que se convierten en formas de vida, como las psicopatológicas, falsifican la propia vida y la del otro, perjudicándolos. Esto es parte de reconocer el uso de las mentiras, mas no que ellas se apropien de uno. En complemento, la deseabilidad social, también un fenómeno, se relaciona de manera directa con las mentiras, al ser parte de esta motivación por pertenecer a un grupo. Además, se debe tener en cuenta que los saberes previos son necesarios para abarcar el fenómeno de la mentira, el cual se libra de prejuicios, pero no para llegar a ser ingenuos, sino para captar lo que se nos presenta. Así, con estos ámbitos internos y externos de la propia persona, conocemos un aspecto del ser humano que en su estudio debe estar acompañado con el campo ético en la aplicación del conocimiento y comprensión de sí mismo y del otro. Referencias Sartre, J.P. (1954). El ser y la nada. Iberoamericana. https://elartedepreguntar.files.wordpress.com/2009/06/sartre-jean-paul-el-ser-y-la-nada.pdf Ekman, P. (2005). Cómo detectar mentiras. Paidós.
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