El ganador del Premio Nobel de Economía en 1974, Friedrich Von Hayek, en su obra Camino de servidumbre, nos advierte sobre el peligro del socialismo que, al instaurarse en un país, atenta contra la libertad y el progreso: “La promesa de una mayor libertad se ha vuelto una de las mejores armas de la propaganda socialista. Se nos promete el camino a la libertad, pero se nos impone el camino a la servidumbre”.
Von Hayek previene que el “camino a la servidumbre” empieza cuando nos ofrecen de manera ilusoria la denominada “justicia distributiva”; es decir, que todos disfruten de iguales beneficios materiales, obtener resultados iguales en personas que, como todos sabemos, tenemos diferentes habilidades y capacidades. Pero si somos diferentes, ¿cómo podemos asignar equitativamente los beneficios y cargas a las personas?
La respuesta es destruir la libertad individual y económica, con el argumento de sacrificarlas en favor del colectivismo, es decir, del “bien común”, y para legitimar esta acción es necesario cambiar las reglas, o sea, una “Nueva constitución” que afecte las libertades personales y el régimen económico, donde los medios de producción sean propiedad del Estado y los que gobiernen sean los promotores este régimen totalitario.
Un instrumento para lograr este mal llamado “bien común” es la ideología del socialismo, que sacrifica la libertad individual por una utópica libertad colectiva, pero el socialismo se basa en el nacionalismo, que fomenta el sentimiento de pertenencia a una nación, por lo cual justifica la xenofobia, es decir, el rechazo al extranjero, logrando así realmente su verdadero objetivo de odio: la división del país.
Para propagar el odio es necesario generar conflictos: ricos contra pobres, provincianos contra limeños, norteños contra sureños, entre otros que crean rivalidades, y en medio del caos generado, sean los “revolucionarios”, que históricamente no son personas preparadas, los que lleven a cabo los cambios en la nueva Constitución. Estos solo legalizarían un régimen totalitarista, como vemos en los países donde han implantado el socialismo del siglo XXI.
Hayek sostiene que la amenaza a la libertad que nos ofrece el socialismo busca ocupar en la mente de sus seguidores el lugar de la religión, donde robar, quemar o matar está justificado por el aparente “bien común”. Este sistema se instala defendiendo la libertad, pero que poco a poco se adueña del Estado, llevándonos a un régimen totalitario, que como consecuencia solo nos lleva al retraso y a la servidumbre.
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