En América Latina existen diversos tipos de modelos educativos que pueden variar de acuerdo con las políticas educativas de cada país. Algunos de los modelos educativos más comunes en la región son los siguientes:
Modelo Tradicional: Este se centra en la transmisión de conocimientos, basándose en la figura del maestro como el único poseedor del saber y en el aprendizaje memorístico.
Modelo Conductista: Se enfoca en la enseñanza de habilidades y destrezas concretas, a través de la repetición y el refuerzo de comportamientos específicos.
Modelo Constructivista: Basado en el aprendizaje significativo, en el que se parte de los conocimientos previos de los estudiantes para construir nuevos saberes.
Modelo Socioconstructivista: Se enfoca en la construcción del conocimiento a través del diálogo y la colaboración entre los estudiantes, quienes trabajan en grupos para resolver problemas y desarrollar proyectos.
Modelo Humanista: Este modelo se enfoca en el desarrollo integral del estudiante, centrándose en sus necesidades y potencialidades, y promoviendo su autoestima y autoconocimiento.
Sin embargo, la irrupción de las nuevas tecnologías y las tendencias de las redes sociales han producido una nueva tendencia hacia la posibilidad de obtener buen nivel de ingresos de una manera divertida: siendo influencers. Así, muchos jóvenes optan por realizar sus actividades favoritas como juegos, bailes, deportes, tips de belleza, trucos de cómputo, tecnología, etc., y explotar al máximo sus canales en las redes sociales del momento como Facebook, Instagram, YouTube y TikTok generando ingresos por la publicidad o recomendación de las marcas auspiciadoras. Al hacerlo, dejan de lado la formación profesional universitaria, que les parece obsoleta, de dinosaurios, como han sido retratados por la aparición de la inteligencia artificial mediante estos graciosos seres creados textualmente.
Al respecto, surgen las interrogantes: ¿En qué fallamos en Latinoamérica? ¿Cómo es posible que nuestros jóvenes quieran dejar de lado el estudio y dedicarse a ser influencers?
En este punto es preciso recordar que, por efecto del confinamiento global producido por la pandemia del covid-19, se forzó el tránsito de una educación en aula con clases tipo cátedra hacia una digital en la que un docente habla, muestra videos, presentaciones y deja lecturas con una interacción mínima, y luego de tres años ya no es algo sostenible, salvo excepciones, porque los jóvenes desean interactuar, ser partícipes de un aprendizaje vívido, más lúdico.
Este es, sin duda, un reto que enfrentan las universidades; por ello deberán saber plantear curricularmente sus cursos a dictar considerando metodología flexible, usando la tecnología en un ambiente que promueva el análisis crítico en la generación de soluciones atractivas e innovadoras que generen en los jóvenes un reenganche que transforme al dinosaurio del conocimiento en un ente nuevo, atractivo y tecnológico: una especie de dino-robot que, con ayuda de las tecnologías recientes como la inteligencia artificial, que hace la parte operativa, les permita a los jóvenes ponerse a la vanguardia generando soluciones a los problemas. ¿Estamos preparados? Amén.
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