Hace poco se recordó un año más del Día de la Bandera. En algunas ciudades se realizaron desfiles y honores alusivas a la fecha. Por las redes sociales se compartieron imágenes y vídeos relacionados a esta conmemoración. Muchos expresaban un espíritu de júbilo y fiesta, otros un pretexto para no asistir a trabajar, algunos pocos se tomaron un momento para reflexionar sobre esta fecha. Sin embargo, ¿cuánto han repercutido las fechas históricas nacionales en nuestra vida? ¿Qué sabemos de los hechos históricos que llevaron a que en nuestro tiempo recordemos ciertas fechas?
El presente artículo hace un análisis luego de consultar algunas fuentes históricas tales como Gustavo Pons Muzzo, Jorge Basadre Grohmann y Luis Alberto Sánchez (peruanos), así como a Benjamín Vicuña Mackenna y Gonzalo Bulnes Pinto (chilenos) que cuentan en primera persona lo que fue, vieron y vivieron sobre la guerra del salitre. No tomé referencia de historiadores bolivianos por encontrar mucho sesgo en sus relatos y opiniones.
- Primeramente: gloria y loor a los que con espíritu patriótico defendieron la soberanía nacional ofrendando su vida, aun sabiendo que era una batalla perdida. Recordemos que el ejército invasor ya estaba en Tacna (58 km al norte de Arica) y puerto Sama (100 km al norte de Arica), desde el 6 de mayo, y en camino a Mollendo y Arequipa.
- Las páginas de nuestra historia (la historia “oficial”, no la real) están llenas de romanticismo y alegorías que con los años ha decantado en generar una cultura de desinformación y patrioterismo (no patriotismo). Por ello, es importante investigar y leer los libros, diarios y cartas de la época de aquellos sucesos, así como viajar a los lugares donde sucedieron. Las iglesias y archivos municipales y regionales son también una rica fuente de información.
- En la década del noventa viví en el puerto de Ilo; por razones laborales viajaba entre Ilo, Tacna, Arica e Iquique. Noté que Tacna y Arica son ciudades que se complementan una a otra en muchos aspectos: comercio, servicios médicos, restaurantes, gestión empresarial y financiera, esto incluye también a Iquique (más de 300 km de desierto al sur de Arica). Existen buenas relaciones entre los gobiernos de ambas ciudades y se realizan eventos culturales que unen a las poblaciones. El flujo de visitantes chilenos es alto, sobre todo los fines de semana. También, percibí que cada vez que algún senador chileno o congresista peruano mencionaba la guerra de 1879 como discurso para jalar agua para su molino, los alcaldes y ciudadanos de Tacna y Arica cruzaban los dedos porque eran día tensos y de incertidumbre que paralizaban las actividades comerciales y de servicios de ambas ciudades antes mencionadas. Afortunadamente esas tensiones terminaron esa misma década de los noventa.
- Hasta la actualidad se oyen ecos de patrioterismo que arengan recuperar los territorios perdidos en la guerra; ecos que solo sirven para manipular a las masas para fines propios que distraen y nos alejan de la realidad que vivimos. Discurso usado por bandos de diferentes colores. El gobierno militar de Velasco realizó una peliculina para “recuperar” Arica, movilizó tropas, tanques y vehículos blindados a la frontera (las tropas excitadas con sed de tomar revancha). Sin embargo, fue puro teatro de fantasías, pues Velasco mantenía comunicaciones con Pinochet y fue copartícipe en este circo que consiguió distraer la atención de los habitantes de ambos países y dejar de ver las acciones contra los civiles en las dictaduras de ambas repúblicas. Nuevamente los afectados fueron la gente de a pie de Tacna y Arica. En mi estadía, que fueron ocho años, nunca escuché a la gente referirse a la guerra y las consecuencias que hubieron. Por el contrario, sí percibí trabajo mancomunado entre los gobiernos municipales de Tacna y Arica y los distritos de influencia (Tarata, Caplina y Pachía en Tacna; Azapa y Parinacota en Arica), ni que decir de las personas de ambos lados de la línea de la Concordia.
- La guerra del salitre tuvo su origen y desarrollo con fines nefastos para Perú en intereses económicos de empresarios e inversionistas tanto de Chile como de Perú. Las salitreras en Antofagasta (entonces territorio boliviano) eran explotadas por empresas de capitales chilenos, ingleses y peruanos (el presidente peruano de esa época, Mariano Ignacio Prado, tenía inversiones ahí y vio truncados sus negocios en el sur).
- La guerra debió terminar el 6 de mayo de 1880, cuando en las lomas de Tacna se llevó a cabo la batalla de El Alto de la Alianza. Como consecuencia de esto, el ejército boliviano dio media vuelta y regresó a su país (el Perú tuvo que asumir ese problema hasta 1883). Pero, el dictador de facto de ese momento, Nicolás de Piérola, que era prochileno no convocó al gobierno de Aníbal Pinto a poner fin a las acciones bélicas, más bien dio carta blanca a que el ejército invasor siga avanzando hacia el norte. No envió nuevas tropas, ni pertrechos, ni equipo, ni armas para defender puerto Sama ni Mollendo, ni mucho menos Arequipa.
- Así llegamos al fatídico 7 de junio de 1880, cuando Arica estaba aislada y monitoreada por avanzadas desde el 30 de mayo. El vapor Rímac descargó en las orillas del río Caplina dos ametralladoras inservibles que le faltaban piezas y cajas con telas de paño blanco (de ahí que vemos en las pinturas de época a soldados peruanos vestidos de uniforme blanco). Recordemos que el día 5 de junio el sargento chileno, Juan José de la Cruz Salvo, fue a parlamentar con el coronel Francisco Bolognesi y los oficiales que le acompañaban (entre ellos, Sáenz Peña, con su uniforme del ejército argentino; he ahí la razón que no lo mataron). Así mismo, hubo muchos hijos de Trujillo que cayeron en esa batalla.
- ¿Qué hemos aprendido de todo esto? ¿Seguimos con un resentimiento absurdo o, por el contrario, vemos hacia el futuro con pragmatismo? ¿Somos “patriotas” solo cuando juegan las selecciones de fútbol de Perú y Chile? ¿Qué hay de nuestro compromiso cívico?
- En el 2010, a poco de asumir como presidente Sebastián Piñera, ocurrió en Chile un terremoto de 8.8 grados que devastó muchas zonas. En ese estado de excepción constitucional de catástrofe, Piñera dijo: “Estamos al sur de América, a nosotros nadie nos ha dado nada y solos hemos salido adelante, y hoy, ante este desastre, daremos pelea y nuevamente saldremos adelante”. Palabras para reflexionar y tomarlas como modelo, pues nuestro país tiene de todo y ofrece oportunidades para todos. Solo hay que ver el panorama, ordenarnos, planificar y accionar.
- Como reflexión: que las fechas históricas que conmemoramos en el calendario cívico sirvan para ver qué hemos hecho y en qué hemos contribuido para el desarrollo de nuestro país y el engrandecimiento de nuestra patria.
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