Como es de conocimiento, la argumentación jurídica y la oralidad son dos pilares base que deben caracterizar a todo buen estudiante de la carrera de derecho; tal como lo expresó el maestro Manuel Atienza, todo buen luchador es echado a la guerra llevando siempre consigo su armadura y su escudo. Avocándonos a nuestro pensamiento, Atienza considera que el estudiante de derecho tiene como principales elementos de protección para el buen desarrollo de nuestras habilidades profesiones: el pensamiento y el argumento. La filosofía jurídica se ha esforzado por conseguir un método correcto para el pensamiento jurídico, aunque para este fin muchas veces solo ha tomado en consideración una o algunas de las dimensiones del derecho y ha dejado a un lado la complejidad del fenómeno jurídico.
Al ser el derecho un sistema de teorías, normas y principios complejo y dinámico, requiere de la constante evaluación de los conocimientos y habilidades de los profesionistas de esta ciencia, contrastación que en la actualidad se vive en el desarrollo del ejercicio de la profesión y de la evolución de las instituciones jurídicas.
Todo estudiante debe conocer que la dinámica dentro de nuestra formación profesional es muy cambiante. Si nos ponemos a analizar cómo era el estudio del derecho una década atrás, podremos dibujar a un futuro profesional que se caracterizaba por argumentar jurídicamente en un pergamino, detrás de un gabinete, donde el papel aguantaba todos los fundamentos de hecho y de derecho. Era pues, el administrador de justicia quien se encargaba de valorar estos argumentos y se convertía en una disputa de panfletos entre el ir y venir de los escritos.
Sin embargo, desde la aplicación del nuevo código procesal penal –que por cierto, no tiene nada de nuevo, ya que estamos a puertas de cumplir casi dos décadas con esta práctica penal– esta rama del derecho causó en muchos estudiantes la necesidad de argumentar verbalmente y aprender a tener coherencia entre el pensamiento, razonamiento y argumentación. Todos los estudiantes con los que hemos hecho doctrina saben que el ejemplo entre estos elementos se centran el caso del amor platónico, ya que este tipo de sentimiento solo usa el pensamiento y la razón, mas no existe una exteriorización (argumentación), y permanecerá así hasta que sea expresado. Si bien es cierto, el derecho penal tiene como principal herramienta la argumentación jurídica y a la oralidad; sin embargo, ya están despertando otras ramas del derecho como el derecho civil y el derecho constitucional, en los cuales se deben demostrar las destrezas que la oralidad trae consigo, en donde son las partes procesales las encargadas de darle el protagonismo a esta telenovela llamada dialéctica.
Como sabemos, la dialéctica son las posiciones que tienen las partes procesales, en donde encontramos al demandante como tesis, al demandado como antítesis y al administrador de justicia como síntesis. Es decir, todo gira en torno a las posiciones que se discutan en un proceso judicial. Es justamente acá donde el futuro abogado tiene que sobresalir con los alegatos para derrocar a su oponente, y este lo tiene que hacer con garbo y gallardía a fin de causar en el juez una persuasión que incline la balanza a nuestro favor.
Es por ello que podemos enfatizar que todo estudiante de derecho tiene que tener como principal armamento, ante cualquier batalla jurídica adversarial, a la dialéctica, porque son justamente las posiciones las que nos van a abrir paso para sentirnos vencidos o vencedores. Finalmente, podemos concluir que la carrera de derecho trae consigo destrezas que no solo se aprenden con el estudio de la positivización de las normas, sino con arte de saber argumentar escrita y verbalmente, aunado a ello la kinesia y proxemia, con la manera de interpretar situaciones que se han desarrollado en el contexto de determinado suceso.
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