La medición de los resultados es una de las cuestiones institucionales más complejas, sobre todo en el ámbito educativo; para ello, es necesario establecer indicadores válidos y legitimados, definir resultados esperados realistas basados en los análisis apropiados e identificar con claridad los beneficiarios de programas y seguimiento del progreso en función de los resultados y recursos usados.
Estos resultados deben lograrse dentro de un entorno de productividad en el cual eficiencia y eficacia se combinen para asegurar una entidad altamente productiva, con un uso racional de los recursos y generadora de nuevos ingresos que aseguren la sostenibilidad organizacional y de valor agregado para el estudiante, el empresariado, los miembros de la organización y el país.
Se propone una gestión por resultados que considera un enfoque diferenciado para incrementar la eficacia y el impacto de las políticas de la organización a través de una mayor responsabilidad de los funcionarios por los resultados de su gestión; es un estilo exigente y equilibrado de administración de empresas y su principal característica es la adecuación flexible de los recursos, sistemas de gestión y estructura de responsabilidades, a un conjunto de resultados estratégicos precisos, definidos y dados a conocer con antelación, posibles de cumplir en un período establecido de tiempo.
Este tipo de gestión ayuda a los procesos de planeación al hacer que los gerentes establezcan metas, resultados a nivel de impacto o de largo plazo, transforma las organizaciones en instituciones que aprenden permanentemente y que mediante sus aprendizajes se adaptan de manera constante.
Con base en esta idea, la organización inteligente es la que busca asegurar, a través de la creación de un ambiente laboral favorable, que todos los miembros de esta se mantengan en constante aprendizaje y en práctica continua de su potencial; es decir, la capacidad de comprender, de adquirir compromisos, de asumir responsabilidades, de buscar siempre el autocrecimiento, generando nuevas maneras de pensar, en donde la aspiración colectiva queda en libertad y las personas continuamente aprenden a aprender juntas.
Algunos autores indican que una organización, para ser considerada que aprende, requiere de cinco componentes que deben trabajar interrelacionados: construir un pensamiento sistémico, considerando que, los negocios y otras empresas humanas son sistemas y se visualizan como un conjunto de elementos que están interrelacionados entre sí, que persiguen un objetivo común, están ligados por tramas invisibles de actos interrelacionados, que a menudo tardan años en exhibir plenamente sus efectos mutuos. Como el capital humano forma parte de ese ecosistema, es doblemente difícil ver todo el patrón de cambio.
Tener dominio personal es otra de las cualidades importantes en este tipo de organización; permite aclarar y ahondar continuamente nuestra visión personal, concentrar las energías, desarrollar la paciencia y ver la realidad objetivamente.
El componente modelos mentales busca aprender a evocar las imágenes internas y llevarlas a la superficie y que puedan ser parte del proceso de mejora de la institución, evitando conflictos en el interior de la organización.
Asimismo, la construcción de una identidad compartida que parte de un liderazgo participativo y la internalización de la identidad institucional, así como los valores que definen a la empresa; una práctica que requiere de un proceso constante y libre que propicie un compromiso más que el simple hecho de acatar órdenes; por lo tanto, este proceso no puede ser impuesto.
El quinto componente es el aprendizaje en equipo, el cual se inicia con el diálogo y la construcción de pensamientos e ideas en conjunto y para el beneficio de todos, esto implica aprender a reconocer los patrones de interacción que deterioran el aprendizaje en equipo.
Es vital que estos cinco componentes se desarrollen como un conjunto. Esto representa un desafío porque es mucho más difícil integrar herramientas nuevas que aplicarlas por separado. Pero los beneficios son inmensos. Por eso el pensamiento sistémico es la quinta disciplina, que integra las demás disciplinas fusionándolas en un cuerpo coherente de teoría y práctica.
Sin una orientación sistémica no hay motivación para examinar cómo se interrelacionan las disciplinas. Al enfatizar cada una de ellas, el pensamiento sistémico nos recuerda continuamente que el todo puede superar la suma de las partes.
Para concluir, las instituciones inteligentes emergentes manejan objetivos claros y consensuados entre cada uno de los miembros, generando la obtención de resultados en beneficio, no solo de la organización sino de sus trabajadores; es esta forma de gerencia transformadora la que permite que el capital humano se desarrolle dentro de su entorno laboral y aprenda no solo de manera individual sino que le permite un aprendizaje organizacional generando ventajas competitivas.
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