En 2020, Jamais Cascio presentó al mundo el acrónimo BANI, siglas que describen el presente contexto global. Este se caracteriza por una fragilidad estructural que produce ansiedad generalizada en las personas. Además, las dinámicas no lineales y los eventos raros desafían la comprensión, haciendo que los marcos tradicionales para entender la realidad resulten insuficientes. Este nuevo paradigma describe con mayor precisión los retos que enfrentan los individuos, las organizaciones y las sociedades. Comprender el entorno BANI se ha vuelto crucial para el desarrollo de estrategias resilientes, la toma de decisiones informadas y la adaptación efectiva en contextos altamente inestables, donde la tecnología se desarrolla exponencialmente.
En consecuencia, estos entornos generan dificultades para comprender la situación presente, la incertidumbre respecto al futuro y acentúan la tendencia a postergar tareas. Esta dinámica se ve favorecida por la falta de claridad, la sobrecarga emocional, el temor al fracaso, la complejidad y los grandes cambios no lineales. La carencia de inteligencia emocional, particularmente en lo que respecta a la regulación emocional, impide que los individuos gestionen adecuadamente sus respuestas afectivas y provoca una especie de parálisis emocional que origina la procrastinación. Según Zhang y Feng (2024), esta carencia se manifiesta cuando las personas priorizan la regulación emocional a corto plazo frente a objetivos de largo alcance, postergando o dejando sus tareas como estrategia para reducir su malestar. Esto deriva en inacción y abandono de responsabilidades.
Aquellos individuos que procrastinan constantemente experimentan altos niveles de estrés, ansiedad, miedo al fracaso y baja autoestima en el trabajo. Ello se debe a la acumulación de tareas, lo que interfiere en la toma de decisiones y en la ejecución de pendientes. Como consecuencia, se deteriora el desempeño individual y organizacional, además de dañar la reputación y la confianza de las personas involucradas.
Finalmente, se recomienda contar con estrategias para enfrentar la procrastinación en los entornos BANI. Es preciso conocer tanto el entorno externo como el interno para emplear las fortalezas y aprovechar las oportunidades, estableciendo metas accesibles. Asimismo, se debe dividir el trabajo en tareas más pequeñas y manejables, encaminadas al logro de un plan de acción. Con esta estrategia se evitan distracciones que afecten la concentración y, con ello, se favorece la productividad. Otra estrategia útil es aplicar la técnica Pomodoro, que consiste en crear una lista de tareas con fechas de vencimiento. Esto ayuda a mantener la concentración. A su vez, el desarrollo de la inteligencia emocional permite afrontar mejor las interrupciones y cambios de entorno. Ser capaces de detectar oportunidades en medio del caos exige autoconocimiento, autocontrol, automotivación, habilidades sociales y empatía.