Las redes sociales (RR. SS.) siempre han sido espacios en los que encontramos información que va y viene, que puede ser verídica o falsa, contrastada o producto del calor del momento y emoción, que expresa el juicio valorativo y los estados de opinión de todos aquellos que convergen en ellas. Desde siempre, han sido una especie de gran jurado que sentencia o exime.
Podemos discutir sobre sus características, funciones y propósitos, pero si en algo hemos llegado a consenso es en lo siguiente: si soy una marca, organización o personaje público que desea sacar provecho de estas nuevas plataformas de comunicación, debo conocerlas y adaptarme a ellas, para luego escoger la mejor forma de relacionarme con los públicos objetivos a los que desee llegar a través de ellas.
Hay que saber estar
Se escucha mucho decir y hasta reclamar que “si no estás en las RR. SS., eres invisible… cometes un error”; algo de cierto existe en tal afirmación. Vivimos en un mundo interconectado gracias al Internet, sin fronteras físicas que nos separen, y donde el nivel de preponderancia de las redes sociales ha hecho que les dediquemos estudios enteros sobre cómo se han desarrollado y el impacto que generan en el día a día de un ciudadano promedio de ciudad. Tanto han crecido que ya se enseña en universidades e instituciones de nivel superior cómo gestionarlas. Justamente, ese es el punto: estar en ellas sin saber cómo movernos es tan peligroso como estar ausentes.
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