El turismo mundial es uno de los fenómenos que ha experimentado aumento y disminución en los últimos años. La caída del turismo a causa de la pandemia ha afectado la normalidad de la economía y a la misma industria; sin embargo, los gobiernos están promoviendo en sus regiones medidas para la reactivación y recuperación del sector a nivel nacional e internacional buscando impulsar el turismo bajo una nueva normalidad basada en la aplicación de protocolos con el objeto de evitar riesgos en la salud.
El impulso del turismo tiene muchos factores: el clima, la calidad de los recursos naturales y paisajísticos, localización geográfica, la historia, la estabilidad política, mecanismos de salud y seguridad de los viajeros, políticas públicas y la infraestructura turística, todas estas variables proporcionan un motivo dentro de las cuales es significativo ir o no a visitar al país que se desea recorrer y conocer. Sin duda alguna el turismo es una actividad centrada en disfrutar espacios o regiones a los que la persona no está acostumbrado a vivir permanentemente.
El turismo es considerado también un fenómeno cultural, social, histórico y económico. En cuanto a lo cultural, promueve las manifestaciones identitarias, culturales y axiológicas de los residentes del lugar. En lo social permite el fortalecimiento de relaciones entre los residentes y visitantes que proporcionan movimientos recreativos y conservacionistas que deben de tener como premisas el disfrute y el sostenimiento de la vida de los seres vivos y que esta se mantenga de generación en generación. El histórico, es ese tipo de turismo que invita a los residentes y extranjeros a hacer un viaje en el tiempo a lugares que poseen mucho pasado y que vale la pena conocer y recordar. Y, por último, el económico, el cual genera grandes actividades que empresas y hogares aprovechan para la producción de divisas y empleo relevantes de cara al progreso de las zonas y el sector. En este sentido, el turismo promueve huellas humanas propias que revaloriza al lugar y a su gente como recursos que están dispuestos para el desarrollo y crecimiento de las comunidades en pro de mejorar la calidad de vida de quienes allí habitan.
Calidad de vida que debe traducirse en un turismo que contribuya a la conservación del medio ambiente y el apalancamiento de las inversiones verdes que contrarresten las consecuencias de la contaminación de los cuerpos de aguas, aire y suelo provocado por el hombre. Es bien conocido que actualmente el medio ambiente está sometido a niveles elevados de gases nocivos producto del Efecto Invernadero que transforman la composición natural de la atmósfera de la Tierra, que a su vez elevan las temperaturas ocasionando el terrible Calentamiento Global.
El Cambio Climático asume cambios regulares de forma natural en el planeta, no obstante, se ha activado de manera impresionante produciendo pérdidas de la biodiversidad, riesgos de sequías, inundaciones, aumento del nivel del mar, deshielo de del permafrost, incendios, acidificación de las aguas, sismos, terremotos y tornados por mencionar algunos, y que dichos eventos ocasionan desastres naturales y pérdidas humanas que afectan directamente al sector turismo.
De allí radica la importancia de que todos contribuyan al cuidado y conservación de los espacios naturales que favorece al turismo no solo para seguir generando ingresos sino también para ofrecer entornos únicos con la capacidad de sostenimiento en el tiempo, eso que se llama Turismo Sostenible que según la Organización Mundial del Turismo. Este tipo de turismo considera la gestión de los recursos para satisfacer necesidades de las regiones receptoras y de los turistas, respetando todos los elementos básicos que brinda la actividad turística como alternativa para el desarrollo futuro.
Por tanto, la inversión verde se basa en establecer un modelo de desarrollo que se encuentra en sintonía con la naturaleza y en la representación de la erradicación de las desigualdades y la pobreza, objetivos presentes en la hoja de ruta propuesta por la ONU en su Agenda 2030, la cual sistematiza los 17 ODS que tienen la intención de resguardar el planeta y asegurar el bienestar de todas las personas.
En consecuencia, a través del turismo y la inversión verde se puede dar respuestas a severos problemas ambientales que colocan el sustento de las generaciones futuras en riesgo. Por lo que el buen manejo de las actividades económicas vinculadas a la producción, distribución y consumo de bienes y servicios dan resultados en cuanto a la mejora de vida de los seres vivos, sin que se exponga a la escasez ecológica y riesgos ambientales, lo que conlleva a la práctica urgente de una economía baja en carbono, socialmente inclusiva gracias a la utilización eficiente de los recursos.
Para ello se debe fomentar en todos los espacios formativos y empresariales hacia una cultura sostenible donde se administre de forma adecuada y correcta las necesidades humanas satisfaciéndolas de manera tal que no se descuide el manejo y la conservación de los recursos naturales y la energía.
Entendiendo que los recursos naturales son los que mueven la economía mundial, pero su sobre explotación recrea escenarios que sumerge a la población en crisis ambientales a la que se debe dar un viraje, desde el turismo como actividad económica se puede sensibilizar a los pobladores nativos y foráneos a conformar una comunidad ecoamigable con el ambiente y que, a su vez, alcance beneficios como: generación de nuevos empleos, reducción de la pobreza y el flujo de bienes y servicios del ecosistema.
De esta manera, el binomio turismo e inversión verde son elementos fundamentales y complementarios que, desde el sector público y privado, en sus diferentes modalidades y rubros, puede contribuir al rescate y sostenimiento de las comunidades y proveer calidad de vida.
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