Con una audiencia de más de 65 mil espectadores a nivel nacional, hasta la fecha, Willaq Pirqa, el cine de mi pueblo se ha convertido en la película en quechua que ha llevado más público a los cines y en una de las producciones de cine independiente más exitosas en el Perú. Rodolfo Talledo Sánchez, especialista en fotografía y audiovisuales y docente de la Escuela Profesional de Ciencias de la Comunicación de la Universidad César Vallejo (UCV), brinda su análisis sobre este filme.
“Esta película utiliza con mucha astucia el guion para contarnos lo delicioso que es el cine y el quehacer de una comunidad peruana. Realmente merece un aplauso por aprovechar los recursos narrativos del cine. La buena acogida se debe al recuerdo de las películas que marcaron una serie de hitos en la historia del cine y que nos reconectan con esta evolución que muchos hemos visto y que olvidamos por el ruido espectacular de diferentes obras”, opina.
Cabe precisar que esta cinta ha superado a otras en quechua como Retablo, Canción sin nombre e incluso a La teta asustada (nominada a los Premios Oscar). El estilo cinematográfico de estas producciones nos permite ver la realidad nacional escondida detrás de todo el ruido político de la capital. “Este esfuerzo de diferentes directores y productores está mostrándose más y llegando a las salas. Lo que debe aumentar es la cantidad de funciones y el apoyo para su difusión”, sostiene el docente.
Asimismo, Talledo agrega que la realidad del cine peruano tiene aspectos cruciales como el presupuesto: “Es difícil conseguir patrocinio y muchas veces se autofinancian. En el mejor de los casos, esperan las convocatorias de la DAFO para conseguir presupuesto y, a pesar de lo recaudado, los montos no superan los 100 mil dólares. Otro factor es la exposición de las películas, encontrar una sala peruana o extranjera para poder participar de los distintos festivales”.
Sinopsis
Sistu, un niño de 10 años, y su comunidad en los Andes descubren la magia del cine. Este encuentro pone en evidencia las limitaciones de la comunidad para entender y leer castellano. Como solución, eligen a Sistu para que todas las semanas vaya al pueblo a ver una película y la cuente a todos en la plaza. Un día, encuentra vacío el canchón: el cine se ha ido. La ilusión de Sistu por contar la historia semanal a la gente hace que cree su propio cine, con sus propios actores, cultura y, sobre todo, en su propio idioma.
“El descubrimiento del cine y cómo se cuentan las historias en este se apoyan en los planos de la mano de Juan Durand (director de fotografía), que muestra lo majestuoso de nuestros paisajes y los diversos ángulos que no se suelen usar en películas regionales. Además, reconectarnos con clásicos como Drácula, King Kong, Chaplin, etc. en sus cómicas referencias”, refiere el especialista en audiovisuales de la UCV.
Noticias relacionadas