El crecimiento urbano es un fenómeno natural debido al crecimiento de la población. Por lo tanto, se debe gestionar previa planificación, pues de lo contrario el impacto ambiental será negativo. El crecimiento demográfico, por definición, es un concepto multifacético que tiene impactos ambientales contingentes que se manifiestan principalmente en una contaminación excesiva de la tierra, el agua y el aire, acompañada de un crecimiento demográfico desorganizado (sin planificación territorial), lo que resulta en impactos ambientales incontrolables. Según investigaciones, alrededor del 55 % de la población total (4200 millones de personas) vive en la capital de su país. Se calcula que para 2050 la población se duplicará y 7 de cada 10 personas vivirán en las grandes ciudades por efectos de la migración (Banco Mundial, 2022).
En los últimos periodos se han producido en nuestra sociedad cambios sociales drásticos, cuyo resultado es el fenómeno de la migración de la población del campo a las ciudades, que se manifiesta en el intenso proceso de urbanización de las ciudades más grandes del país, el cual está asociado a diferentes orígenes sociales, culturales y económicos, como necesidades de supervivencia, espacios habitables, perspectivas de vida y creencias de vida, que provocarán ciertos cambios en el entorno natural.
Los hechos anteriores muestran que los seres humanos necesitan tomar medidas racionales y responsables para proteger la biodiversidad, la tierra, el agua, el aire y otros componentes de la vida. Por otro lado, las autoridades deben actuar de acuerdo con el marco legal existente que prioriza el respeto por los recursos hídricos y agrícolas en el uso de acceso a cuencas, uso de suelo, contaminación del aire, etc., incluyendo evaluaciones de impacto ambiental en curso, planes de desarrollo urbano, aprobaciones urbanísticas, entre otros procesos.
Nuestra realidad local claramente está experimentando cambios no planificados en el uso de la tierra debido al crecimiento de la población, particularmente en áreas periurbanas. Esto conlleva a una gran pérdida de tierras productivas y áreas de ecosistemas importantes para las interacciones biológicas.
Uno de los aspectos más importantes de nuestra región es la red comercial para la venta de terrenos residenciales (subsidios de suelo). No hay suficientes instalaciones sanitarias básicas, tratamiento de residuos sólidos, tratamiento de aguas residuales domésticas, donde existen deficiencias en la gestión de las autoridades locales en lo referente a autorizaciones, permisos, licencias de funcionamiento, así como las fiscalizaciones y sanciones. Todo ello conlleva la expansión del suelo urbano y rural y la modificación de los cuerpos hídricos (subterráneos y superficiales) con el único fin de capitalizar la propiedad privada.
El aumento de la expansión física de las áreas urbanas tiene implicaciones significativas para los territorios a nivel local y global. Por un lado, la demanda de suelo para satisfacer las necesidades de vivienda está aumentando, lo que provoca cambios en el entorno natural. Por otro lado, estos cambios también afectan a los recursos necesarios para el funcionamiento de las zonas urbanas. Los fallos en la planificación urbana y la falta de políticas adecuadas a menudo contribuyen a un crecimiento desordenado, donde los habitantes de las ciudades ocupan áreas naturales, sin tener en cuenta las normas básicas de la planificación espacial.
Finalmente, se requiere un análisis integral del área que es diferente al plan de ordenamiento del área. También es necesaria la aplicación y análisis de información obtenida de zonificaciones ecológicas y económicas (ZEE) y estudios estratégicos (EE) de un territorio específico. De esta forma, se pueden identificar el potencial de cada área, así como áreas de mejora.
El uso de indicadores socioeconómicos ayudará a cuantificar la situación actual de estas zonas y comprender su impacto en el medio ambiente y la calidad de vida en el futuro.
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