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Entendiendo la vida

Por: Universidad César Vallejo
Noviembre 18 de 2023
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Desde pequeños siempre hemos visto cómo nuestros padres luchaban por brindarnos una mejor calidad de vida. Todo el esfuerzo que hacían para sacar adelante a la familia era asombroso, quizá nunca nos dimos cuenta del enorme valor que eso significaba; sin embargo, algo faltaba en sus enseñanzas. Aprendimos desde la escuela, el colegio y luego en la universidad, muchos valores, incluso en el deporte, se decía, y se sigue diciendo, que su fundamento son los valores, que el deporte viene acompañado de valores, pero algo faltaba en esas enseñanzas. El camino de la vida puso la brújula por delante y mi destino fue escoger, como profesión, la Administración. En mi mente, desde el primer día de trabajo, se había instalado el concepto de ser un buen profesional, pero solo contaba con la actitud, mas no con las herramientas para alcanzar eso. Estas herramientas son los valores. Tenía el ejemplo de esfuerzo, compromiso, vocación, dedicación, incluso el conocimiento profesional, pero no sabía cómo empezar, ni cómo caminar todo ese sendero acompañado de los valores. Esta vez, solicité a la vida que me vuelva a mostrar la brújula de mi juventud, y apareció el camino despejado de la densa niebla que nos impide mirar más allá del horizonte. La razón de ser, de una persona en este mundo, no es buscar solo algo para sí mismo, porque eso lo convierte en una persona individualista, que no comparte lo que otros necesitan. Allí aprendí que existen tres propósitos trascendentes: amar la vida, servir y enseñar. El amor es el bien, el bien es el principio, el principio es la vida, por eso cuando un niño nace, lo hace lleno de amor, desde el principio, sin malicia. Eso hace que todos amen y disfruten al recién llegado. Como nacemos inmaduros, desde el principio, nuestras primeras enseñanzas tendrían que estar orientadas a madurar como personas. Con el tiempo llegué a entender que el fundamento de la vida son los valores, en realidad, nunca nos enseñaron los conceptos de cada uno de los valores, solo nos hablaban de los valores, era como darnos un huevo, sin yema ni clara, muy frágil; la brújula de la vida, en cambio, me enseñó que se camina conceptualizando los valores, algo que nunca aprendí desde pequeño. Conceptualizar los valores nos exige llevarlos a la práctica, eso nos ayuda a amar a las personas, porque estos valores fueron creados no para guardarlos, sino para practicarlos en bien de los que nos rodean. Un valor que no se practica no es valor, y un valor practicado se convierte en una virtud. Ahí se conecta el servicio, y es que servir es una de las más grandes virtudes de todo ser humano. No es fácil, pero el hecho de caminar buscando las virtudes nos exige ir practicando lo que vamos aprendiendo, solo así se aprende mejor. El servicio nos conecta con la empatía. Sin embargo, eso no es todo. El tercer fundamento de la vida es enseñar, pero enseñar todo aquello que hemos aprendido a conceptualizar, de lo contrario se dice, pero no se hace. Ahí se explica que muchos hablan de lo que no hacen, solo por aparentar. Con el tiempo, la misma brújula, me condujo hacia la enseñanza universitaria, y me acordé del compromiso y la fidelidad con mis alumnos, de la lealtad con la universidad, de la vocación con la enseñanza, y la dedicación en mi trabajo, en realidad recién me he dado cuenta que se puede ser útil a la sociedad: amando la vida, sirviendo y enseñando.
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