Es probable que cuando se habla de gestión municipal se pueda suponer que nos referimos al trabajo que viene haciendo el alcalde de la municipalidad, la evaluación que pueda hacer el poblador en cuanto a si la labor de la gestión edil es buena o mala, e inclusive habrá alguna persona que pueda opinar qué significa el cumplimiento de las promesas electorales. Sin embargo, nada de lo dicho se ajusta a lo que realmente significa una gestión municipal.
Cuando hablamos de gestión y hablamos de “dirigir”, queremos decir “gerenciar”, nos referimos a manejar recursos de una organización. La visión moderna que se debe tener de la gestión municipal es desde el punto de vista gerencial. Cuando hablamos de gerenciar nos referimos no solo a dirigir sino principalmente a planificar, organizar, coordinar y controlar como parte de un proceso de dirección y que estos conceptos clásicos tienen connotaciones particulares en el caso de los gobiernos locales donde se tiene que tomar en cuenta toda la abundante legislación que las enmarca, tanto desde el punto de vista administrativo (aspectos económicos-presupuestales, aspectos logísticos como las adquisiciones de bienes y servicios, aspectos de control, entre otros), sujeto a una abundante normatividad específica que tiene y debe ser de dominio y/o, por lo menos, de conocimiento pleno de quienes deben ejercer cargos de responsabilidad en estas organizaciones tan particulares.
Esta apreciación nos lleva a una primera conclusión: la visión moderna de la gestión municipal apunta a la administración de esta como si fuera una empresa privada, es decir, aplicando conocimientos gerenciales. Lo dicho no resulta un descubrimiento nuevo por cuanto la propia Ley 27972 señala en su artículo 26 que la administración municipal adopta una estructura gerencial sustentándose en principios de programación, dirección, ejecución, supervisión, control concurrente y posterior. Sin embargo, la realidad es diferente, ya que actualmente las gestiones municipales se desarrollan de manera inmediatista, vale decir, se prioriza la atención de un grupo reducido de pobladores antes de observar la ejecución de los proyectos que deben formar parte de un plan operativo.
Se debe tener en cuenta que la municipalidad, al igual que cualquier empresa privada, es una organización conformada por sus ciudadanos que vendrían a ser sus accionistas, los que se agrupan y ejercen representación a través de las diferentes organizaciones sociales de la comunidad. Consecuentemente, para que esta organización pueda tener éxito en la gestión que realiza, es de imprescindible importancia planificar (tarea de la cual nos ocuparemos en un próximo artículo).
Pero, además de planificar, la gestión municipal implica cumplir objetivos de corto, mediano y largo plazo. Para tener éxito, debe estar debidamente direccionado, por ello son elementales las competencias funcionales, sobre todo, la del gerente municipal, quien debe ser un funcionario con conocimiento, experiencia y especialidad en gestión pública y dirección de gobiernos locales.
A manera de conclusión, podemos afirmar que solo se puede hablar de gestión municipal cuando se gerencia una entidad con una debida planificación, cuando se cuenta con los correspondientes documentos e instrumentos de gestión y cuando se trabaja visionando como mínimo a mediano plazo sustentado en planes estratégicos.
Por último, visto empresarialmente en el sentido que el ciudadano es el accionista de la municipalidad, el poblador tiene todo el derecho de exigir a la máxima autoridad edil (que en este caso es el alcalde) una administración eficiente y efectiva de los recursos públicos, tanto más si depende de dicha administración el éxito de la gestión municipal.
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