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La Guerra y sus implicancias

Por: Universidad César Vallejo
Mayo 12 de 2022
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Las guerras, a través de la historia, han demostrado connotaciones diversas y matices de todo calibre. Sus procesos han activado en la humanidad reacciones psicológicas intensas y, muchas veces, implacables y lamentables.   La actual guerra en el mundo no escapa a lo comentado líneas arriba. Muy a su estilo y a la boga, ha despertado o, en todo caso, elevado en su potencial la manipulación perversa de la información, la cual solo busca atrincherar a sus huestes y mostrar como apestosos a los del bando contrario. De uno y otro lado, se vierten justificaciones alineadas al paravalor (territorio, economía, ambiciones, orgullo, soberbia, incluso el mismo silencio); así también, la discriminación y el racismo en sí, reflejado en la expresión de defensa social acérrima por parte de varios sectores a las ahora víctimas: personas de tez determinada, de ascendencia burguesa, quienes, de hecho, merecen la protección como seres humanos que son. Sin embargo, esos mismos sectores que reclaman y se indignan sobremanera son los que han hecho y hacen caso omiso a otras víctimas de guerras y batallas a lo largo de las décadas. Su tez y ascendencia, por ser diferentes a los del grupo anterior, los hace pasibles de la indiferencia. Y así, la guerra se convierte en el tránsito de las peores actitudes humanas, la hipocresía, la cual solamente alimenta la vanidad y el orgullo; pero con un fondo fofo, roto y torpe. El valor (la contraposición del paravalor) radica en el respeto a la persona, a la condición propia de pertenecer a la humanidad, más allá de adquisiciones o geografías, sin importar la apariencia o estatus. Es la dignificación del hombre, muy lejos de las manipulaciones políticas y geopolíticas, la dignificación por la vida misma, sin la degradación por intereses arrogantes y egoístas.  Lamentablemente, la guerra activa defensas psicológicas como las proyecciones, las cuales hacen considerar a los otros como amenazantes y malignos, impidiendo que en uno y otro bando se asuman los propios errores, o, en todo caso, la propia maldad. Así también, defensas como el desdoblamiento de imagos, reflejadas en el juego de aliados y rivales, que cimentan la protección de quienes se alinean a los pactos y el odio o desprecio a quienes se alejan siquiera ligeramente de lo esperado o contemplado. La vida no importa, tan solo el juego del poder… el jugar a ser el bueno y el malo. De manera indiscutible, la guerra actual es más significativa porque se enmarca en una época de gran avance de la tecnología y de la educación. Demuestra que la adecuada praxis de las ciencias está, en cierta medida, ausente para el bienestar real de la población mundial. Es menester nuestro la concientización de la realidad actual y todo lo que sea contraproducente al ser humano.
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